Emular al cenzontle: el júbilo de mi columna 400

Con enorme júbilo hago entrega de mi colaboración número 400 a los lectores y lectoras de esta columna, a quienes agradezco su fiel compañía semana a semana. Es para mí un honor emular el ejemplo del cenzontle, inmortalizado por Netzahualcóyotl, el egregio poeta y gobernante: “Amo el canto del cenzontle, pájaro de 400 voces”.

La página inaugural de esta historia se escribió ocho años atrás, un jueves 2 de marzo, cuando dediqué mi primera entrega a la conmemoración de los 100 años del jazz, género musical surgido en Nueva Orleans en 1917. Desde entonces, he gozado del enorme privilegio de escribir sobre una amplia variedad de temas semana a semana, siempre partiendo de la suposición de que estos le serán de provecho al público lector, de alguna manera. Parto también de la premisa de que tenemos lectores exigentes. Si no lo fuesen, en lugar de dedicar su valioso tiempo a este espacio periodístico, posiblemente recurrirían al abandono de las redes sociales.

A diferencia de los periodistas “de a de veras” que conforman el selecto equipo de “Códigoqro”, quienes merecen toda mi admiración, mi acercamiento al Periodismo (así, con mayúsculas) ha sido a lo mucho tangencial, pues lo he ejercido “desde afuera”, como un complemento a mi labor como consultor empresarial y docente universitario.

Esto no significa que no lleve la pasión del periodismo en las venas, ya que desde pequeño me acompaña. El imberbe mocoso que era yo a los ocho años se solazaba, no jugando futbol o haciendo maldades con la resortera, sino leyendo la prensa cotidiana. El hecho es confirmado por un acontecimiento ocurrido un 21 de mayo. Como en sueños, me veo con un ejemplar de un diario en mis manos, cuando una nota de primera plana roba mi atención: célebre torero mexicano pierde la vida en lamentable accidente carretero en las cercanías de Toluca. La noticia me deja helado y se la transmito a mis padres, quienes quedan igualmente impactados. Estoy cierto de que fue ese día porque, ya de adulto, me ha bastado con ‘checar’ el dato en Wikipedia.

Al terminar la preparatoria, mi primera opción era cursar la licenciatura en Periodismo. Opté finalmente por Ciencias de la Comunicación, una carrera nueva de la que muy poco se sabía. Años después, obtendría el grado de máster en Periodismo por la Universidad de Iowa y el de doctor en Comunicación por Ohio University. Como docente, inicié impartiendo clases en la entonces Unidad Querétaro del Tecnológico de Monterrey. Una de mis alumnas más brillantes, por cierto, fue Malena Hernández, fundadora y actual Coordinadora de Información de esta empresa. En 2017, fue ella quien me invitó a escribir esta columna (gracias, Malena, espero no haberte defraudado).

La primera casa editorial en la que colaboré en esta ciudad capital fue en “AM Querétaro”, en donde fui columnista durante 13 años (2004 a 2017). Así pues, el hábito de escribir una columna semanal ha formado parte de mi vida desde hace 21 años. De acuerdo con mis registros, la de hoy es, ni más ni menos, mi columna número 914. En cuanto a revistas, formé parte también del equipo de colaboradores de “Talento Empresarial Magazine” (2018 a 2023), enfocada al mundo de los negocios.

Para concluir, mi humilde reconocimiento para los fundadores de “Códigoqro”. Gracias por su decidido apoyo a lo largo de estos años. Ojalá que mis queridos lectores me aguanten un rato más. Por mi parte, no tengo prisa en tirar la toalla.

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