El discurso inaugural de Donald Trump, me hizo recordar la explicación de Roberto Blancarte sobre el mesianismo político.
Para el autor, en “AMLO y la religión” (2019), el populismo que comparten muchos líderes actuales, en diversas partes del mundo, presenta ciertas características que pueden identificarse plenamente, entre ellas, “una visión binaria del mundo, en el cual todo se divide en amigos o enemigos, aliados o rivales, sin dejar espacio para posturas intermedias. Los enemigos no son, además, para ellos personas con posiciones válidas que tienen valores y prioridades diferentes, sino que son catalogados como ‘malos’, ‘nocivos’, ‘corruptos’, que han desviado al pueblo del verdadero camino”…
Y dígame usted si no, aquí las palabras de Trump: “Mientras nos reunimos hoy, nuestro gobierno enfrenta una crisis de confianza. Durante muchos años, un establishment radical y corrupto ha extraído poder y riqueza de nuestros ciudadanos mientras los pilares de nuestra sociedad yacían rotos y aparentemente en completo deterioro”.
Blancarte habla también de cómo la acumulación de poder, militar o político, genera un liderazgo personalista que es percibido por las masas como indispensable para enfrentar las crisis; y si el líder invoca lo sagrado o religioso, entonces surge un mesianismo político… Aquí otro claro ejemplo:
“Hace apenas unos meses, en un hermoso campo de Pensilvania, la bala de un asesino me atravesó la oreja. Pero entonces sentí y creo aún más ahora que mi vida fue salvada por una razón. Fui salvado por Dios para hacer que Estados Unidos volviera a ser grande”.
El autor advierte que la inclusión de elementos religiosos en la administración pública deforma la labor del funcionario, quien -subraya- debe mantener una neutralidad en su gestión y no debe permitir que una moral particular se imponga sobre el conjunto de la población: “la idea de un gobierno con una moral pública, impuesta a todos, se vuelve peligrosa”, sentencia.
“A partir de hoy, la política oficial del gobierno de los Estados Unidos será que solo haya dos géneros: masculino y femenino”, dijo Trump en su discurso.
Y la orden ejecutiva que firmó después, consigna: “En todo el país, los ideólogos que niegan la realidad biológica del sexo han utilizado cada vez más medios legales y otros medios socialmente coercitivos para permitir que los hombres se identifiquen como mujeres y obtengan acceso a espacios íntimos y actividades de un solo sexo diseñados para mujeres, desde refugios para mujeres víctimas de abuso doméstico hasta duchas para mujeres en el lugar de trabajo. Esto es un error”.
El problema con estos “gobiernos morales” concluye es que resultan en populismos nocivos, contrarios al estado laico y a las libertades que debe garantizar.
Se trata pues de un populismo con efectos negativos en los sistemas democráticos que afectan el funcionamiento de las instituciones y de las normas jurídicas… y, otra clara muestra es lo que ha significado para nuestro país López Obrador y la 4T; el problema con las políticas de Trump es que estas impactan al planeta entero.
