GURÚES

La magia de la resonancia: conexión en armonía (parte dos)

¿Qué es más importante para ti, el deber o la felicidad? Quienes responden lo primero apuestan a la satisfacción del deber cumplido; los segundos valoran más la armonía de su ser interior. Por su parte, Esquilo, el dramaturgo griego, opta por conciliar lo mejor de ambos mundos afirmando que la felicidad es una elección que ocasionalmente requiere del esfuerzo.

Hartmut Rosa, un filósofo alemán contemporáneo, compara el deber y la felicidad en términos similares a los de Esquilo. Si bien está de acuerdo en que el trabajo cumplido a cabalidad es digno de reconocimiento, también precisa que, llevado al extremo, conduce a la infelicidad y al aislamiento. “Cuando estamos alienados del mundo -señala en una entrevista- nos sentimos separados de él”. De poco nos sirve tener un trabajo, una familia y un hogar si nos sentimos desprovistos de una auténtica conexión con nuestros semejantes, en cuyo caso hacemos las cosas solo por cumplirlas.

En su libro “Resonancia: una sociología de la relación con el mundo” (2019), Rosa nos presenta a Hanna, una hipotética mujer trabajadora e ilustra así su rutina: “Siete de la mañana. Hannah se sienta a la mesa a desayunar con su marido y sus hijos. Todos se miran malhumorados o no se miran. ‘¡Dios mío!, ¡cómo odio esto!’; piensa Hannah. ‘¿Qué me une a ellos más allá del hecho de que debo ocuparme de ellos?’. Ocho de la mañana. En el camino al trabajo piensa de mala gana en el trabajo que tiene por delante. ‘Estoy harta de tener que ver siempre las mismas caras apáticas de mis compañeros de trabajo y aguantar siempre las mismas conversaciones’, piensa. (p. 22, abreviada por razones de espacio).

Sin embargo, si en vez de sentirnos a la deriva nos conectamos a un mundo que sabemos vibrante y receptivo, habremos de transformarnos positivamente. Rosa le llama RESONANCIA a esta manera de vivir, pues resonamos en sintonía con nuestro entorno.

El pensador teutón nos presenta ahora la situación de Anna, otro caso hipotético, quien -a diferencia de Hannah- vive en la plenitud de la resonancia: “Son las siete de la mañana; Anna está sentada a la mesa, desayunando con su marido y sus hijos. Los chicos la miran con ojos radiantes y ella a ellos. ‘¡Cómo los quiero!’, piensa. ‘Son lo más importante que tengo’. Ocho de la mañana. Anna se dirige al trabajo. Se alegra de antemano por el encuentro con sus colegas, a quienes quiere contarles algunas cosas. La expectativa de ver las flores que alguien dejó ayer en su escritorio la hace acelerar el paso; tiene ganas de empezar a trabajar; ama su trabajo” (Ibid., narración simplificada).

Como podrás ver, las rutinas de ambas mujeres son hasta cierto punto paralelas y solo las separa su forma de abordarlas. ¿Si comparásemos la manera en que tú vives tu rutina cotidiana con la que Hanna y Anna viven la suya, ¿cuál de las dos se parecería más a la tuya? Si se asemeja más a la de Anna, enhorabuena, tu relación con el mundo es armónica y, por tanto, cercana a la alegría y la felicidad.

Si, por el contrario, se parece más a la de Hanna, tu resonancia será francamente exigua, si bien cumples, al menos, con tus obligaciones cotidianas. Tal vez te digas: “Cierto, no disfruto como yo realmente quisiera… supongo que habrá tiempo de empezar a vivir a plenitud más adelante”. Siendo sinceros, no hay garantía alguna de que dicho momento alguna vez llegue. En cuyo caso, ¿QUÉ TE IMPIDE EMPEZAR A RESONAR PROFUNDAMENTE CON TU VIDA, SABIENDO QUE ES LA ÚNICA QUE TIENES?

(continuará la próxima semana)