GURÚES

¡Serenidad y paciencia!

Ante las amenazas, extorsiones y arranques del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha invocado la necesidad de actuar con la “cabeza fría”, con “temple” y bajo el lema de Kalimán: “Serenidad y paciencia”… y hasta ahora tal parece que le ha dado resultado.

Pero, ¿le alcanzará a la mandataria esta estrategia política para sobrellevar por cuatro años la relación con un homólogo que no comparte la idea de que México debe ser tratado como un igual y no como una nación sometida? ¡Ese es el gran reto al que se enfrenta la mandataria federal!

¿Le bastarán a Sheinbaum la capacidad de soportar, de mantener la tranquilidad y de no alterarse para enfrentar a un gobernante que hace del juego del gato y el ratón su práctica cotidiana? ¡Donald Trump es un narcisista!

Aunque, según un estudio a 42 mandatarios de los Estados Unidos, los presidentes norteamericanos exhibieron “niveles elevados de narcisismo grandioso en comparación con la población general”, es decir que no se trata de una característica particular de Trump.

Los más narcisistas resultaron: Lyndon B. Johnson, Theodore Roosevelt, Andrew Jackson, Franklin Delano Roosevelt, John F. Kennedy, Richard Nixon, Bill Clinton, Chester Arthur, Andrew Johnson y Woodrow Wilson.

Además, según este análisis titulado “La espada de doble filo del narcisismo grandioso: implicaciones para el liderazgo exitoso y fallido entre los presidentes de Estados Unidos”, el “narcisismo grandioso” de los presidentes del vecino país ha ido aumentando con el tiempo”.

Los investigadores sostienen que el narcisismo puede revelar conductas de liderazgo tanto positivas como negativas: “El narcisismo grandioso, pero no vulnerable, se asoció con una grandeza general superior en una encuesta agregada; también se asoció positivamente con la persuasión pública, la gestión de crisis, la fijación de agenda y conductas afines, y con varios indicadores objetivos de desempeño, como ganar el voto popular e iniciar leyes. Sin embargo, el narcisismo grandioso también se asoció con varios resultados negativos, incluidas resoluciones de juicio político del Congreso y conductas poco éticas”, consigna.

Trump es impredecible, y como vimos la semana pasada, un día parece darle un manotazo al ratón y horas después lo deja juguetear sobre su mano con una sonrisa en la boca, mientras planea su siguiente intimidación.

Adipa, plataforma de aprendizaje online en el área de psicología y salud mental, explica que el narcisismo es un patrón de comportamiento que se caracteriza por la grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía: “la patología se hace evidente cuando la persona se siente como alguien grandioso, extremadamente importante, único y especial, que solo se relaciona con personas dignas de él o ella”, señala.

Describe, asimismo, los tipos de trastornos narcisistas de personalidad: grandioso, hipervigilante y maligno. Donald Trump parece encajar perfectamente en el primero: arrogante, agresivo y abstraído en sí mismo; y en el tercero, porque -además- es desconfiado, transgrede las normas, no siente culpa y presenta problemas en el manejo de la agresión.

La presidenta tiene razón, los especialistas recomiendan lo mismo que Kalimán al interactuar con un narcisista manifiesto: mantener la calma y no mostrarse emocional… Sin embargo, está obligada a demostrarle a la administración Trump – pero, sobre todo, a nosotros los mexicanos que el gobierno de México no ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos… Sólo así podrá evitar que continúen pisoteando la dignidad de nuestra nación.