Un manejo correcto y transparente de la política fiscal en estados y municipios permitiría, en un país como el nuestro, tener recursos suficientes para el desarrollo. Desde el ámbito municipal, esto sería más efectivo. No olvidemos que el municipio es el único nivel de gobierno que tiene un espacio territorial primario.
En el federalismo, existen tres órdenes de gobierno, pero no rebasamos los 30 países federales en el mundo y, por lo menos en México, no hemos podido armonizar el esfuerzo fiscal, estatal y municipal, ni cumplir con sus responsabilidades a través de ingreso y gasto público. Sin embargo, los tipos de ingresos de cada nivel de gobierno responden a una definición fundamental sobre cuáles ingresos son de su competencia, lo cual está previsto en la ley.
No obstante, la conformación de los presupuestos a nivel subnacional enfrenta retos para construir menor dependencia de los recursos de origen federal, participaciones y aportaciones del Ramo 33, y esto quizás está más acentuado en el nivel municipal.
El diseño institucional del régimen recaudatorio mexicano tiene aciertos y algunas áreas por mejorar, empero, se ha logrado que, con base en la coordinación fiscal, se repartan mejor las potestades recaudatorias.
Importante ha sido el impuesto a la tenencia, a cargo de los estados, pero normado por el gobierno de la República. Hay buenas experiencias: siendo titular de la UCEF, el gobierno de la Ciudad de México fue excelente cobrador, con Emilio Barriga como Tesorero y Mario Delgado como secretario de Finanzas; sin embargo, hubo estados que me llegaron a plantear ampliar un mes su cobro porque iban un poco retrasados, aunque no todos, pero entre ellos estuvo Puebla.
Pero se ponían pronto al corriente: fue un error desaparecerlo del ámbito federal, pues los municipios dejaron de recibir por lo menos el 20 por ciento de la recaudación.
Calderón planteó su derogación y muchos estados lo derogaron sin tomar en cuenta a los municipios que tenían que recibir por lo menos el 20 por ciento. Fue una decisión equivocada.
Esta recaudación a cargo de los estados no ha sido suficiente para obtener su aprovechamiento óptimo. En varias entidades ha perdido impacto, ya sea por su eliminación, con los costos que implica para las haciendas públicas, o por la disminución de sus tasas.
Según un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, AC, de 2014 a 2023, la recaudación por tenencia de autos disminuyó en un 43.7 por ciento.
Este escenario debilita a uno de los impuestos más relevantes para las finanzas estatales. Los datos de las Finanzas Públicas Estatales y Municipales (EFIPEM) registradas por Inegi señalan que para 2023, los impuestos, todos, recaudados por los estados apenas representan cerca del 18 por ciento de las participaciones totales para las entidades federativas.
Desde la óptica de la fiscalización, la mayor disposición de recursos significa mayor gasto en programas y con ello, para las entidades locales, un mayor universo auditable, por lo que si se mejora la recaudación, también deben explorarse áreas de mejora en el control y fiscalización de dicho ejercicio de recursos.
En suma, debemos actuar con mesura en las finanzas estatales y municipales. Hay temas como la aportación estatal a las universidades públicas en que la mayoría de los estados no cumple, con una leyenda que dice: “De acuerdo con la disponibilidad presupuestal”. El gobierno federal sí la cumple, pero no se aplica el ‘pari passu’. Hay estados como Oaxaca y Chiapas que sí lo hacen.
brunodavidpau@yahoo.com.mx
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