María Hernández pidió que esa agresión se transforme en agradecimiento, porque ni siquiera un estímulo económico será suficiente en caso de que un médico o una enfermera se infecten
María Hernández es una de las miles o inclusive millones de madres de familia que todos los días reza para que esta contingencia epidemiológica del Covid-19 termine y no trastoque la salud de sus hijos, en especial la del menor, quien es médico en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social y, a pesar de estar en el área de consulta externa, también corre el riesgo de ser contagiado por algún paciente asintomático.
Como madre, a María le duele escuchar noticias sobre agresiones al personal de salud a quien, en lugar de reconocerle el estar en la primera línea de atención a pacientes contagiados, le vierten café caliente, cloro e inclusive se le agrede físicamente.
“Se me hace muy injusta la actitud de la gente, porque ya quisiera verlos a ellos en la primera línea de atención a pacientes contagiados; la gente cree que por el hecho de verlos se van a contagiar, pero eso es ignorancia (…) deberían reconocer el trabajo de los médicos, las enfermeras, el personal de limpieza y hasta de quienes hacen la comida, porque al estar metidos tantas horas en las clínicas y hospitales corren el riesgo de contagiarse y transmitir el virus a su familia. Ellos no son inmunes y no es justo que en lugar de agradecimiento se les agreda”.
Con la voz entrecortada, María pidió que esa agresión se transforme en agradecimiento, porque ni siquiera un estímulo económico será suficiente en caso de que un médico o una enfermera se infecten, porque no solo está en riesgo su vida, sino también la de su familia.
A María, quien estuvo durante más de 30 años al servicio de la población a través de su profesión como enfermera, no le preocupa que su hijo se contagie, porque tiene confianza en Dios y sobre todo en las medidas para su autocuidado que aplica al pie de la letra.
Llamó a los médicos a cumplir con su juramento hipocrático y a las enfermeras a seguir con el ejemplo de Florence Nightingale, precursora de la enfermería.
“A los médicos y enfermeras les digo: no se sientan agredidos, sino motivados por cumplir la función que les fue conferida y satisfechos por ayudar a recuperar la salud de los demás”.