En un acto de solidaridad, la Comisión Estatal del Sistema Penitenciario de Querétaro entregó 25 mil cubrebocas para uso del personal de salud y de las corporaciones de seguridad de la entidad federativa, los cuales fueron elaborados -cumpliendo las medidas sanitarias- por personas privadas de la libertad del Centro Penitenciario Femenil 2, de San José el Alto.
Miguel Ángel Contreras Álvarez, comisionado Estatal, explicó que la idea de elaborar cubrebocas lavables, surgió de la necesidad de reducir los riesgos de contagio de la COVID-19, por lo cual a través de un convenio, las corporaciones de seguridad y de protección civil apoyaron con material, optimizando recursos, para que la población privada de la libertad de los Centros Penitenciarios participaran con la elaboración de los cubrebocas.
En esta primera fase se elaboraron un total 25 mil piezas, las cuales se entregaron al sector salud y de seguridad; sin embargo, en caso de ser necesario, continuarán con la elaboración de más piezas en una segunda fase, para seguir apoyando desde los Centros Penitenciarios.
“Al inicio, se pensó en la posibilidad de una manera coordinada, contribuir en la protección del personal operativo de las instituciones de seguridad del estado, por lo que se han estado fabricando cubrebocas lavables con tela 100% de algodón, tanto para las personas privadas de la libertad como para los integrantes de las corporaciones de seguridad”, comentó.
Los cubrebocas lavables están siendo elaborados por las personas privadas de la libertad, quienes previamente y con apego al modelo de operación de los Centros Penitenciarios, recibieron capacitación para el trabajo y, considerando que tienen la experiencia en la realización de prendas de vestir, cuentan con el conocimiento y las herramientas para realizarlos, por lo que el reto, fue adquirir los materiales necesarios.
En el proyecto, participaron 56 mujeres, las cuales trabajaron bajo el esquema “Con fines de reinserción”, el cual está contemplado dentro de la Ley de Ejecución Penal. Y como se ha hecho en todos los Centros Penitenciarios durante la contingencia por COVID-19, las personas privadas de la libertad siguen los protocolos que minimizan el riesgo de que su salud se vea afectada, como son: guardar la sana distancia en los propios talleres, el lavado de manos continuo con agua y jabón, la colocación de gel antibacterial al ingreso al taller, el uso de cubrebocas y guantes.
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