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    LOCALConcheros, una tradición que persiste a pesar de la pandemia

    Concheros, una tradición que persiste a pesar de la pandemia

    Con el tradicional baile de los concheros, niños, niñas, jóvenes y adultos expresaron su fe y agradecimiento por lo recibido, durante los festejos realizados en el Templo de La Cruz

    El sonido del huéhuetl marcaba el ritmo que los concheros seguían en el atrio del templo de La Cruz, donde, ataviados con copilis de plumajes vistosos y trajes de diferentes colores, hacían sonar sus sonajas y ayoyotes en cada desplante, en cada ocasión que, enérgicamente, dejaban caer sus pies -apenas cubiertos con huaraches- en el adoquín rosado.

    A los elementos que tradicionalmente forman parte de la danza de los concheros, este año se sumó uno más que no está contemplado en su indumentaria: el cubrebocas, el cual, aunado a un aforo reducido de asistentes, dibujó un panorama diferente en esta celebración en honor a la Santa Cruz de los Milagros.

    “Nosotros venimos también a agradecer a la Santa Cruz los beneficios que recibimos. (…) Son tantos beneficios, si tú tienes algún problema y se lo pides, te concede, y tú le agradeces con una danza, con un canto, con una oración; eso es lo que hacemos, los danzantes hacemos eso como agradecimiento a los santos”, dijo Teodora Guevara Cabrera, quien llegó a Querétaro desde Santa Catarina, Guanajuato.

    Mientras Teodora platicaba sobre los milagros concedidos por la Santa Cruz y la Virgen de Guadalupe, como el hecho de que su hija se recuperó de una enfermedad, las plumas de faisán del copili de Sandra Méndez Rodríguez se movían con un viento ligero que anticipaba una llovizna sobre el cerro del Sangremal.

    “Yo estoy a favor de que la tradición, pues, nunca se detenga, porque el gobierno y mucha gente, hubo campañas, hay partidos, salen a fiestas y, pues, nosotros, o sea, al menos nosotros, tratamos de tomar todas las medidas. Sabemos que es un riesgo, pero nos gusta, estamos con la fe de Dios y confiamos en que todo va a estar bien”, enfatizó.

    Entre el retumbar de los cohetes, el ritmo del huéhuetl y los sonidos de las sonajas y los ayoyotes, transcurrió un día más de celebración, en la que lo mismo niños y niñas, jóvenes y adultos expresaron su fe y agradecimiento por lo recibido.

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