Producir biocombustible a partir del suero lácteo, con ayuda de moscas soldado, y obtener de éstas un agente antimicrobiano, es el proyecto desarrollado por Valeria Caltzontzin Rabell, alumna del Doctorado en Ingeniería de Biosistemas, de la Facultad de Ingeniería (FI) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
De acuerdo con lo que informó la universidad, el proyecto de biocombustible se desarrolla gracias al financiamiento del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER) 2021, y surge de la preocupación por disminuir el desecho del suero y revalorizarlo en el campus Amazcala.
Esta propuesta de la UAQ cuenta con la asesoría de la Claudia Gutiérrez Antonio y consiste en emplear las larvas de moscas soldado para degradar el suero lácteo -el cual se desecha de la producción en la planta piloto de lácteos de dicho espacio universitario- para obtener biodiésel y extraer el agente microbicida de sus larvas.
Valeria Caltzontzin señaló que es una cantidad alarmante de residuos orgánicos que se desperdician de la producción de lácteos, para los cuales hay diversos tratamientos térmicos, químicos y biológicos -en los que entran el uso de microalgas e insectos-. Optar por un proceso biológico, dijo, es más amigable con el medio ambiente y dota de un valor a los sobrantes, además de ser más rentable su transformación.
“Las larvas -de origen africano- tienen una gran capacidad para degradar casi cualquier residuo y se ha observado que lo dejan prácticamente sin ningún patógeno -un microorganismo dañino como Salmonella y E.Coli-; debido al ácido hexadecanoico y otros compuestos que poseen. Entonces, como subproductos que busco recabar de ellas son: el biodiésel y este agente antimicrobiano”, enfatizó la universitaria.
Cabe destacar que la mosca soldado transforma en proteína y grasa todos los residuos que ingiere la larva, además está conformada por un porcentaje entre el 40 y 50 por ciento de proteína, respectivamente. Llegada a su etapa adulta su sistema digestivo y cavidad bucal se atrofian, perdiendo así la capacidad de alimentarse. Por lo anterior, el equipo detiene su desarrollo en la crisálida -con frío, como proceso natural de muerte- para secarlas, molerlas, prensarlas manualmente -para extracción de las grasas- y con solventes separar el agente microbicida.
Aseguró que el proyecto continúa en pruebas y destacó que su participación le dio una experiencia enriquecedora porque adquirió habilidades de difusión y gestión científica; asimismo, agradeció el apoyo y las facilidades otorgadas por el Juan Fernando García Trejo, responsable de la planta productora de moscas soldado en Amazcala, y a la Angélica Feregrino, responsable del Laboratorio de Metabolitos en el campus Aeropuerto.
“Creo que la mayoría de las investigaciones deberían resolver problemas lo más locales que sea posible; en mi caso, me emociona saber que, al mismo tiempo que les doy una alternativa para los residuos, se generan subproductos”, concluyó.
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