“No te conozco pero estoy muy orgulloso de ti”, se leía en una manta que avivó el júbilo al paso de los maratonistas, al que se sumó un pequeño que portaba la frase “Prohibido rendirse, tú puedes; respira hondo y sigue”
Cientos de familias acudieron a las calles de la capital queretana para apoyar a los casi 15 mil participantes del Querétaro Maratón de este año, en un cuasi carnaval que el público animó con música, porras y carteles que conjugaron motivación e ingenio.
“No te conozco pero estoy muy orgulloso de ti”, se leía en una manta que avivó el júbilo al paso de los maratonistas, al que se sumó un pequeño que portaba la frase “Prohibido rendirse, tú puedes; respira hondo y sigue”.
Cerca de la meta, un niño que rondaba los 10 años dirigió un mensaje a los ‘chavos no tan chavos’ de la contienda, que inevitablemente leerían cantando: “No pares ¡Sigue, sigue! No pares ¡Sigue, sigue!”.
En Constituyentes una banda regional amenizaba el ambientazo de un grupo de corredores que alentaba a los suyos con mensajes que cualquier niño mexicano entendería: “Corre como si tu mamá te aventara una chancla”; y otro tanto para los aventureros: “Corre como si tu ex te persiguiera”.
En idéntico tenor se hallaba la señora de la casa, que sostenía un cartelito para el ‘necio’ de su marido: “Andabas ch… y ch… que viniera, ahora la acabas”, y justo a un lado el cartel rosa de una joven rezaba: “¡Mami! Podemos hacer cosas difíciles, 42km”.
Aquí había una pausa para la nostalgia. Entre la ovación y los rostros enrojecidos de cansancio, un corredor que no pudo participar debido a una lesión apoyaba al resto de su familia con la leyenda: “No pude correr, mucho menos volar, pero te entrego mi corazón para que puedas llegar”.
Otro tanto lo pone el padre que lleva la frente el suelo la cruzar la meta con una manta a cuestas: “Te amo hijo”, y del otro lado, en la Luis Pasteur, dos pequeños hacen lo propio para alentar a su papá, a quien esperan ver pasar en cualquier momento.
Así transcurrió la tan esperada justa deportiva, entre la euforia fatigada de quienes alcanzaban la victoria y la alegría de la concurrencia, en una fiesta que se antojaba plena de calor humano ante el que los 9 grados gélidos de la mañana poco pudieron hacer.
