Aunque no es un foco rojo de inseguridad, la plazuela Mariano de las Casas es escenario de robos, riñas y violaciones entre personas en situación de calle; admitió el vocero de la Diócesis de Querétaro
Si bien la plazuela Mariano de las Casas no es punto rojo en materia de inseguridad, dijo el vocero de la Diócesis de Querétaro, Martín Lara Becerril, narró parte de la actividad que se desarrolla por la noche y madrugada en dicha plaza pública del Centro Histórico de la capital; lugar al que reconoció llega población en situación de calle drogada o alcoholizada.
Tras el homicidio de una joven sobre la calle Ezequiel Montes, a un costado de la plazuela, así como el intento de asalto a un reportero de la prensa local, indicó que a buscará un acercamiento con el titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Querétaro (SSPMQ), Juan Luis Ferrusca Ortiz.
“Yo aquí vivo, aquí a media cuadra de Santa Rosa de Viterbo. Aquí en la plazuela baja mucha gente alcoholizada, drogada. Pero decir que sea como un punto rojo dónde nos sintamos altamente inseguros, creo que no”, dijo.
No obstante, señaló que, la presencia policiaca que se tiene en la plazuela a partir de los hechos, ayuda a que dicho espacio se mantenga libre de personas con algún tipo de adicción. Sin embargo, señaló que el problema se traslada a otro espacio del Centro Histórico.
“En el día, ellos van al mercado Escobedo, allá hay mucho alimento, dónde comen. En el mercado Escobedo también hay droga, alcohol, etc. Vuelven a las calles y se han vuelto gente muy agresiva, desgraciadamente. La policía, de una manera frecuente, los levanta y se los llevan, pero vuelven nuevamente a las calles las gentes alcoholizadas”, dijo.
Refirió que la actividad en la plazuela Mariano de las Casas cambia de 24:00 a las 5:00 horas, pues, dijo, se registran robos, riñas y violaciones entre la población en calle.
“Muchos de ellos tienen enfermedades mentales irreversibles”, agregó el vocero de la Diócesis de Querétaro.
Aclaró que dentro de la población en situación de calle existen quienes han perdido a su familia y buscan espacios, como el exterior de las iglesias, para pasar la noche de manera segura, y otros que han agregado algún tipo de adicción a su vida.
“El hecho de que digan no les den de comer para que se vayan, eso no va a ser solución”, apuntó.