Este lunes 8 de abril, la actividad cotidiana se detuvo brevemente en la ciudad de Querétaro, donde las personas pudieron apreciar parcialmente el esperado eclipse solar
De las copas de los árboles de Juriquilla, Querétaro, proviene un sonido típico del atardecer: son los pájaros que, desorientados, perciben que se está ocultando el Sol a las 12 del mediodía.
Y las aves no son las únicas que han cambiado su rutina, sino también los habitantes de la localidad, quienes salen de centros comerciales con lentes oscuros especiales con el fin de ver cómo la Luna, cual dedo cósmico entre la Tierra y el astro rey, tapa a éste.
Se trata del eclipse solar total, desde Mazatlán hasta Canadá, pero parcial en Querétaro, donde comenzó desde las 10:55 y terminó a las 13:37 horas, con magnitud máxima a las 12:14 horas, momento en que clientes y empleados rompieron su habitual relación de compra y venta, para salir de las tiendas movidos por la misma expectativa: ver el acontecimiento astronómico del 8 de abril.
Para algunos, no es el primero, sino el segundo avistamiento. Como Rosa, de 40 años, a quien le tocó ver en Querétaro el eclipse total de Sol, de 1991.
“Quisiera que este tipo de fenómenos ocurrieran más a menudo y lo vivieran más personas, pero ahora no sé si en casa mi hijo está viendo el eclipse”, comenta a las afueras del supermercado donde trabaja, pues sus jefes le autorizaron salir brevemente.
Una experiencia única
María José, de 25 años, aún no había nacido cuando ocurrió aquel fenómeno de principios de los 90. Ahora, mira al cielo con unas gafas de cartón de una clienta del supermercado.
“Me siento emocionada y espero que la señora que me prestó los lentes se tarde un rato más en regresar para que pueda seguir viendo el eclipse”, platica esta repartidora de refrescos.
Finalmente, se encuentra Alonso, de apenas cinco años de edad, quien, acompañado de su mamá, disfruta por primera vez de un acontecimiento astronómico de este tipo.
“Me siento bien, y no me da miedo el eclipse; nunca había visto uno ni en video ni en la computadora”, cuenta Alonso, a quien le dieron día libre en el jardín de niños.
“Mañana que regrese al kínder voy a platicar del eclipse con mis compañeros”, finaliza este chiquitín con una mirada de asombro.