En el futbol moderno cada vez son más escasas las opciones de anotación de tiro libre, pues muchos entrenadores priorizan jugadas ensayadas o centros al área antes que disparos directos
A pesar de algunos ejemplos recientes, como los goles de falta de Julián Álvarez, el último en el derbi frente al Real Madrid, el de Dominik Szoboszlai con el Liverpool ante el Arsenal, o el de Antoine Semenyo con el Bournemouth, los tantos de tiro libre se han convertido en una rareza en el futbol actual.
Cada vez que aparece un gol espectacular, como el doblete de Declan Rice con el Arsenal de falta, en los cuartos de final de la pasada Liga de Campeones ante el Real Madrid, o los dos goles del español Alejandro Grimaldo con el Bayern Leverkusen ante el Eintracht de Frankfurt, el 12 de septiembre de este año, sorprende al aficionado porque este tipo de acciones es cada vez menos frecuente.
En el futbol moderno, los tiros libres han dejado de ser una ocasión de gol recurrente. Ya no basta con la potencia o la colocación del disparo. La ejecución está más estudiada que nunca, los porteros analizan patrones y las defensas optimizan sus barreras. La estrategia colectiva pesa tanto como la habilidad individual del lanzador y muchos entrenadores priorizan jugadas ensayadas o centros al área antes que un disparo directo.
La caída de los libres directos
Los datos reflejan claramente la tendencia de la disminución en los tiros libres. En la presente temporada apenas se han visto cuatro goles de falta en La Liga (dos de Julián Álvarez, Rafa Mir y Carlos Álvarez).
La campaña pasada se lograron 19, pero en la temporada 2023-24 apenas fueron ocho; en la 2022-23 fueron 13, y en la 2021-22 y la 2020-21 se quedaron en nueve y 15, respectivamente. Cifras muy alejadas de las registradas entre 2015-16 y 2019-20, cuando cada temporada se superaban los 25 goles de libre directo, con picos de 34, en la 2016-17, y 33, en la 2019-20.
La salida de especialistas como Cristiano Ronaldo o Leo Messi influyó directamente en este desplome por la ausencia de grandes lanzadores, así como el hecho de que se pitan menos faltas cerca del área.
Según datos de Opta, en la temporada 2013-14, se lanzaron 536 faltas en Primera División; en la 2016-17, 497, y en la 2023-24 la cifra cayó hasta 335, casi 200 menos. El porcentaje de acierto también ha disminuido: de rondar el 7.5 por ciento en algunos cursos, hoy apenas llega al cinco por ciento.
Los árbitros juegan un papel en este cambio. Con criterios más tolerantes y el respaldo del VAR para sancionar solo acciones claras se reducen las oportunidades de tiro libre directo. Además, el propio juego ha evolucionado hacia más posesión y menos interrupciones cerca del área rival.
Una tendencia global
Lo que ocurre en España se replica en el resto de las grandes ligas europeas. En Inglaterra, los datos son aún más llamativos: entre 2000-01 y 2009-10 se marcaron 321 goles de falta directa en la Premier, con una media de 32 por temporada, con un pico de 41 en la 2007-2008.
En la década siguiente la cifra cayó a 272 (27 por temporada) y desde la 2020-21, el promedio anual se ha desplomado hasta los 14.8 goles, con solo 11 en la 2023-24, el registro más bajo desde la 1997-1998, y con 13 en la 2024-2025.
En Italia, de los 38 goles de falta en la 2015-2016, los 36 en la 2017-2018 o los 28 en la 2019-2020, se ha pasado a 18 en la 2023-2024 y apenas 13 en la 2024-2025, con solo dos en lo que va de curso.
Alemania muestra un patrón similar: de los 39 goles en 2014-15 o 25 en 2016-17, se ha bajado a 18 en la 2024-25, aunque con un arranque positivo de siete goles en las primeras cinco jornadas.
En Francia, donde en 2014-15 se vieron 30 y en 2016-17 hasta 29, las cifras recientes son mucho más bajas: 11 en 2023-24 y ninguno aún en lo que va de 2024-25.

La ausencia de especialistas
Otro factor clave es la falta de especialistas. En el pasado, jugadores como Juninho Pernambucano, David Beckham, Roberto Carlos, Marcos Assuncao, Messi o Cristiano acumulaban decenas de goles de falta a lo largo de sus carreras.
Hoy, pocos futbolistas destacan por esa virtud. En La Liga, quizá Julián Álvarez sea el único con cierta continuidad, pero ni Real Madrid ni Barcelona cuentan con un lanzador fijo.
En la Premier, James Ward-Prowse ha sido el gran referente en los últimos años, con 17 goles en 137 intentos (12.4 por ciento de acierto). Sin embargo, lleva desde febrero de 2023 sin marcar de falta y no ha logrado alcanzar el récord de Beckham.
Otros nombres, como Kieran Trippier o Bruno Fernandes, aparecen como excepciones en un contexto donde el balón parado ha dejado de ser un recurso diferencial.
En la Bundesliga, Alejandro Grimaldo es una de las pocas referencias: ningún jugador de las cinco grandes ligas ha marcado más goles de falta directa (siete) desde que llegó al Leverkusen en 2023, incluidos los dos que anotó en un mismo partido frente al Eintracht.
La evolución de porteros y barreras
El avance de la preparación defensiva también ha jugado un papel fundamental. Los porteros actuales son más altos, más ágiles y cuentan con exhaustivos estudios de datos sobre los lanzadores.
Analizan rutinas, trayectorias y hasta patrones de carrera. Además, las barreras defensivas han evolucionado: ahora se incluye al famoso “hombre acostado” para frenar disparos rasos, y las posiciones se ajustan con precisión para reducir ángulos de tiro.
Esa mayor eficacia defensiva, sumada a la escasez de lanzadores puros y a la menor cantidad de faltas pitadas, explica que los goles de tiro libre directo se hayan convertido en una especie en extinción en el futbol moderno.
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