El déficit de empleo escaló a niveles sin precedentes en los meses que lleva presente la pandemia de Covid-19 en el país
La pandemia agravó el déficit de empleo en nuestro país en magnitudes sin precedentes. La proporción de personas que requiere una oportunidad laboral en la actualidad es mayor que la observada en el pico de la crisis económica del 2009.
La brecha laboral, que mide la necesidad más amplia y que incluye a las personas desempleadas, a las inactivas pero disponibles para trabajar y a los subocupadas, llegó a niveles históricos a causa de la pandemia.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, en mayo, este indicador alcanzó el nivel más alto en los últimos 15 años, abarcando al 53 por ciento de la fuerza laboral.
En agosto, la proporción disminuyó y la necesidad de empleo alcanzó a 34.5 por ciento de los trabajadores. A pesar de esta reducción, la cifra del octavo mes del año se mantiene por arriba del pico registrado en mayo del 2009, en medio de la anterior crisis económica global, cuando el 26.4 por ciento de la fuerza de trabajo tenía necesidad de empleo.
Entre el 2005 y el 2019, la brecha laboral se mantuvo relativamente estable, incluso en marzo de este año la necesidad de encontrar una fuente de trabajo era una realidad sólo para el 20 por ciento de la fuerza laboral potencial.
El Covid-19 cambió todo eso y disparó el indicador.
Especialistas coinciden en que la respuesta a este fenómeno se encuentra en factores como la composición del mercado laboral, la recuperación del empleo en la informalidad, los altos niveles de subocupación y el crecimiento de las remuneraciones bajas, además de los escasos apoyos oficiales para las personas que perdieron sus ingresos.
Condiciones precarias previas
José Luis de la Cruz, director general Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), opina que hay tres factores que influyeron para que la brecha laboral se encuentre en un nivel histórico. El primero, está relacionado con los signos de precarización que tenía el mercado laboral antes de la pandemia.
“Un mercado laboral predominantemente informal, de bajos salarios y en donde la desocupación se subsana a través de empleo en condiciones críticas. Ésa es una condición estructural que, lejos de solucionarse, se agravó a raíz de la pandemia”, expuso.
Los otros dos elementos están vinculados con la suspensión de actividades que aún no se normalizan y la necesidad de fomentar la inversión para la recuperación.
“La magnitud de la recesión económica y el problema de salud se combinó con un problema estructural y el mercado laboral será uno de los sectores que va a tardar más tiempo en recuperarse”, dice de la Cruz.
Desde la óptica de Carlos Ramírez, director de Desarrollo de Negocios de Integralia Consultores, la recuperación marcada fuertemente en la informalidad, la cual en agosto llegó a una tasa de 55 por ciento, y las altas tasas de subocupación, indicador que actualmente está en un nivel de 17 por ciento de los ocupados, son algunas de las respuestas a la necesidad de empleo.
Sin embargo, esta recuperación lenta y con baja calidad de empleo se combinó con una falta de apoyo para las personas que perdieron su ingreso a causa del confinamiento, considera.
“Durante la etapa del confinamiento se hacen ciertas cosas para paliar y mitigar que en dos meses las personas están en sus casas y sin ingresos. Por ejemplo, en Estados Unidos las ventas no cayeron por completo y la recuperación es más acelerada porque cuentan con un seguro de desempleo que les permitió irse confinados durante un tiempo y no perder sus ingresos, México no tiene un mecanismo así”, explica Carlos Ramírez.
En ese sentido, el especialista afirma que el nivel histórico de la brecha laboral es una confirmación de la recuperación lenta que tendrá el mercado de trabajo.
Con información de El Economista