El presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó este lunes la jornada de protestas del domingo de cientos de miles de personas en 100 ciudades contra su reforma electoral, el “Plan B”, que causa preocupación internacional por presuntos riesgos a la democracia.
El mandatario indicó que en el Zócalo de Ciudad de México hubo entre 80.000 y 100.000 personas, mientras que las marchas en otras urbes son “todavía muy pequeñas para lo que representa el potencial conservador en México”, donde él estima que el “bloque conservador” tiene 25 millones de simpatizantes.
“Tienen que mover más gente todavía, tienen que ir incrementando su capacidad de movilización porque tienen potencial, que no dejen de participar, de movilizarse”, indicó el mandatario en su rueda de prensa diaria.
López Obrador desestimó el reclamo de la manifestación, la más numerosa que ha habido contra una de sus iniciativas de Gobierno y que busca revertir la reforma aprobada la semana en el Senado porque afecta al funcionamiento del Instituto Nacional Electoral (INE), el órgano autónomo que organiza las elecciones.
La reforma legal de López Obrador, conocida como “Plan B” por ocurrir tras el fracaso de una iniciativa constitucional el año pasado, recorta el presupuesto, el personal y las atribuciones del INE, lo que pone en riesgo la autonomía de las elecciones y favorece al partido en el poder, según la oposición y entes internacionales.
Pero el mandatario afirmó que a quienes lideran las manifestaciones “no les importa la democracia, sino lo que quieren es que continúe el predominio de una oligarquía, es decir, un gobierno de los ricos, de los potentados”.
“Lo de la manifestación de ayer y otras que vendrán se encuadran en este propósito de enfrentarnos porque no quieren la transformación del país, quieren seguir robando, quieren regresar por sus fueros, quieren mantener en la marginación y en el olvido a la mayoría de los mexicanos”, comentó.
El presidente afirmó que entre los manifestantes hubo “defensores de los fraudes electorales”, como el que él afirma que padeció al perder las elecciones presidenciales de 2006.
“Cuando dicen el INE no se toca, lo que hay que estar pensando es no se toca lo que ellos quieren: la corrupción. La corrupción no se toca, según ellos. Los privilegios no se tocan. El narcoestado no se toca”, opinó.
La reforma electoral, cuya constitucionalidad ahora analizará la Suprema Corte de Justicia de la Nación, despertó la semana pasada alertas de la embajada de Estados Unidos en México y congresistas estadounidenses.
“Hoy, en México vemos un gran debate sobre reformas electorales que están probando la independencia de las instituciones electorales y judiciales”, tuiteó el domingo Brian Nichols, secretario asistente para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE.UU.
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