El líder nacional del PRI, “Alito” Moreno, ha acusado públicamente a políticos y antiguos dirigente priistas por haber estado presuntamente involucrados en el magnicidio de Luis Donaldo Colosio en 1994
Luego de que la Asamblea Nacional abriera la puerta para su reelección hasta 2032, el líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, advirtió con expulsar de las filas tricolores a los líderes priistas que lo han criticado.
“No vamos a permitir nunca más que esos perfiles rancios, del viejo régimen, beneficiados del partido que les dimos todo, vuelvan a manchar el nombre del Partido Revolucionario Institucional (…) A partir de hoy, los vamos a poner en su lugar, les vamos a contestar y los vamos a exhibir”, aseguró.
El exgobernador del estado de Campeche acusó a dirigentes priistas como Francisco Labastida Ochoa, Dulce María Sauri Riancho y Manlio Fabio Beltrones Rivera por haber manchado la imagen del tricolor “por actos de corrupción”.
“Ellos quieren dividir, ellos quieren lastimar al PRI, ellos quieren eso. Quieren romper la unidad del PRI a cambio de impunidad y eso la gente y los priistas lo saben. Hacen política desde la comodidad de su celular. Están en la nostalgia del viejo partidazo”, respondió a los cuestionamientos.
Acusaciones por el caso Colosio
Además, acusó al exjefe de la Oficina de la Presidencia de la República y exsecretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, por haber entregado la elección presidencial en 2018.
“Después cómodamente se peló a Estados Unidos que a estudiar y cinco años abandonó al partido. No tiene vergüenza, no tiene madre”, afirmó “Alito”.
Después de que acusara públicamente a militantes priistas por haber estado involucrados en el asesinato de Luís Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial del PRI en 1994; Moreno Cárdenas sostuvo que: “uno de los señalados en los expedientes, y no lo digo yo, lo dice la actuación judicial es Manlio Fabio Beltrones y está señalado ahí”.
Asimismo, recordó que el Pemexgate -escándalo de corrupción por desvío de recursos públicos a la campaña presidencial de Francisco Labastida en las elecciones de 2000- ocurrió mientras Dulce Maria Sauri era lideresa nacional del PRI.