“Okey, estoy deprimida. No estoy bajoneada, estoy deprimida”. Cuando la covid-19 entró a México, en febrero de 2020, Abigail Pineda llevaba meses desempleada. Su condición no se detonó por haber perdido el trabajo, dice, fue al revés. “Pero con la pandemia se puso más difícil encontrar algo y empeoré. Entras en un círculo vicioso: estás deprimida, pierdes la chamba, te deprimes más y no tienes dinero para atenderte. Es horrible”.
En México, sólo dos de cada 10 personas con un problema de salud mental reciben tratamiento, según la Secretaría de Salud (SSa). Después de manifestar síntomas, tardan entre cuatro y 12 años en buscar ayuda. “Esto se debe a que la estigmatización” las frena, señala la dependencia.
“Nunca dije nada en mi trabajo sobre cómo me sentía porque, para empezar, yo me lo negaba a mí misma y no quería que me vieran como débil. No llevé bien la muerte de mi mamá, nuestra relación había sido mala y, bueno, todo se convirtió en una bola de nieve” que casi la aplasta. En ocasiones, se sentía como si así fuera, cuenta Abigail Pineda.
“El manejo de las emociones es la materia pendiente de la humanidad, que no lo sea en las empresas sería imposible. Nos hemos desarrollado en muchos aspectos, pensamos que con la pura tecnología resolvemos todo y es una falacia”, dice Orlando Clúa, consultor internacional en desarrollo organizacional.
Además del estigma, el costo de la atención es otro factor que aleja a las personas de la atención psicológica o psiquiátrica. En México, el 38.5% de la población vive en pobreza laboral, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Abigail Pineda trabajaba para una organización no gubernamental dedicada a promover la cultura, su salario era de 10,000 pesos mensuales y sin seguridad social. “Yo no soy de la Ciudad de México, me vine acá hace tres años para trabajar y no tengo casa, pago renta. No me alcanzaba para una consulta privada y cuando me quedé sin trabajo, pues menos. Ya después una amiga me ayudó a buscar opciones. Pero fue hasta que entré a terapia que me cayó el veinte: estoy deprimida”.
En julio de 2020, la SSa informó que, con el apoyo de instituciones educativas, “reforzó la atención a la salud mental”, pues la pandemia por covid-19 estaba agravando la condición de muchas personas y generando problemas en otras.
Con el inicio del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y las políticas de salud universal de esta administración, la atención en los organismos públicos es gratuita.
Según la dependencia, en todo el país existen 442 establecimientos federales y estatales de salud mental y adicciones. De ellos, 341 son centros de atención primaria de las adicciones, 66 son centros integrales de salud mental y 35 son hospitales psiquiátricos.
Uno los servicios que puso a disposición la SSa es la Línea de la Vida, en el teléfono (800) 911-2000, para brindar apoyo psicológico y orientación. Reciben llamadas los 365 días del año las 24 horas del día y quienes responden tienen especialización en riesgo suicida, violencia y consumo de sustancias.
Para ubicar un Centro de Integración Juvenil se puede llamar, de lunes a viernes, al teléfono: (55) 4555-1212, o enviar un mensaje de WhatsApp al (55) 5212-1212. De lunes a domingo también pueden comunicarse al número de WhatsApp (55) 1856-2724. La atención es especializada en consumo de sustancias y violencia.
En la Ciudad de México hay tres grandes centros psiquiátricos. Uno de ellos es el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, que recibe a población general de lunes a domingo, las 24 horas. Pero para sacar una cita o pedir más informes, el número telefónico es (55) 5487-4271. En esta institución se especializan en:
El segundo es el Instituto Nacional de Psiquiatría. Las vías de contacto son el teléfono (55) 4160-3282 o el correo electrónico telemed.inprfm@gmail.com. Sus servicios son para:
El Hospital Psiquiátrico Infantil Juan N. Navarro atiende de lunes a domingo, las 24 horas del día. El teléfono de contacto es el (55) 5655-0683, o el correo electrónico covid19saludmentalhpijnn@gmail.com. Su servicio se especializa en:
A la red de apoyo convocada por la SSa se sumaron universidades y organizaciones de la sociedad civil. Una de ellas es la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que dispuso una línea telefónica para atención del público en general. El número telefónico es (55) 5025-0855, la atención es de lunes a viernes de 08:00 a 18:00 horas.
La organización Psicólogos sin Fronteras también es parte de esta iniciativa. Para pedir informes el número telefónico es (55) 4738-8448, de lunes a viernes de 08:00 a 18:00 horas. La atención es para el público en general, pero también se han especializado en personas migrantes, en la intervención en comunidades y en manejo de crisis.
En la Red de Sostén Emocional para Familiares en Duelo apoyan a quienes hayan perdido algún familiar por la covid-19 u otras razones. De lunes a domingo, las 24 horas, la atención es en el teléfono (55) 4165-7000. También en la organización Estoy contigo se encuentra ayuda de este tipo, su número telefónico de contacto es (55) 7089-3974, de lunes a viernes de 09:00 a 19:00 horas.
Hace dos meses que Abigail Pineda encontró trabajo en otra organización no gubernamental y ha podido iniciar terapia en Sorece Asociación de Psicólogas Feministas. “Afortunadamente en este momento estoy en condiciones de pagar esta terapia que, comparada con otros lugares es muy barata, me cobran 400 pesos”.
Ahora el obstáculo es encontrarse tiempo para las sesiones. “La carga de trabajo es mucha y la verdad es que el ambiente no es muy bueno, mi jefe no es muy comprensivo. Además, voy llegando, no me he atrevido a pedir permiso”. En dos ocasiones una junta virtual se ha empalmado con su terapia y ha preferido posponer su tratamiento.
“Son muchas cosas, por supuesto, lo que arrastraba de mi vida. Pero perder el trabajo, tener que ‘agarrar’ lo que fuera, el que no puedo ver con toda libertad a la gente que quiero”, cuenta la promotora cultural de 31 años.
Para Orlando Clúa, las personas y las empresas hemos pasado por cuatro etapas en esta pandemia:
La primera es la fase de negación. “Pensamos que esto acabaría rápido y seguía igual, ni la gente ni las organizaciones le dieron mucho peso”. La segunda, fue una etapa de frustración y enojo: “Empezamos a tomar conciencia de los resultados y vimos que las cosas estaban complicadas y necesitábamos establecer un proceso de cambio importante”.
La tercera fue la de depresión. “Mucha gente se vino abajo y alguna se ha quedado estancada ahí. Y por supuesto, esto se traslada a las organizaciones están igual”. Hay quienes han pasado a la fase cuatro, la de aprendizaje y crecimiento, dice. “Es cuando entendemos que hay que transformarse y cambiar, no podemos seguir de la misma manera y tenemos que buscar la forma de salir”.
En las empresas es responsabilidad del liderazgo ubicar en qué etapa están a nivel personal y en qué etapa está su equipo, apunta. “Es el momento para apoyar a las personas, y el trabajo debe venir desde la dirección”.
Con información de El Economista
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