sábado, 22 de noviembre de 2025

El secreto de Carlos Soria para subir montañas con 86 años

Por: AGENCIA EFE • 21 de noviembre, 2025
El secreto de Carlos Soria para subir montañas con 86 años

Antes del amanecer, entre las cinco y seis de la mañana, el alpinista ya está levantado para comenzar su rutina de ejercicios: pedalear, subir y bajar las escaleras de su casa, cargar pesas, caminar por los bosques cercanos o entrenar en el rocódromo

"Mientras pueda, voy a seguir. Aquí no hay milagros: si te quedas tranquilamente en la cama o mirando la televisión, no vas a poder hacer las cosas. Se pierde rápido el músculo a estas edades", explica Carlos Soria, la leyenda del alpinismo español, en una entrevista con EFE. El deportista tiene dos operaciones del corazón, de cataratas, del apéndice y de dos hernias; lleva audífonos, una prótesis dental y otra en la rodilla, y sufre artrosis.

El historial médico de Carlos Soria (Ávila, 1939) parece largo, pero no es sorprendente para alguien de 86 años. Lo realmente excepcional es su resistencia física y mental para escalar montañas de 8 mil metros a esa edad.

El 26 de septiembre, Soria se convirtió en la persona de mayor edad en coronar una cumbre de más de 8 mil metros, el Manaslu (8 mil 163 m), en Nepal. Con esta hazaña superó al japonés Yuhichiro Miura, quien subió el Everest (8 mil 849) en 2013, con 80 años.

Es, además, la primera persona en lograrlo con una prótesis. En realidad, dos: una dental, que se le rompió durante esta última aventura y le dificultó alimentarse, y otra en la rodilla izquierda, que limita la movilidad de su articulación a 90 grados.

"Lo que no puedes es ir por el mundo diciendo: ‘Es que tengo una prótesis, es que tengo 70 años... No te quejes y procurar vivir otros 30’", afirma a EFE acompañado de su mujer, Cristina Gómez, en su casa, situada a las faldas de la sierra de Madrid y a la que se llega tras cruzar la glorieta Carlos Soria, en Moralzarzal.

En la chimenea de piedra del salón cuelga el piolet que utilizó en su primer 8 mil y, debajo, un cuadro del emblemático Cervino, elaborado en punto de cruz por una de sus cuatro hijas. Aquí estuvo junto a su mujer, una amante de la escalada a la que conoció hace más de 60 años en los riscos y paredes rocosas de la Pedriza, en Madrid.

"No sé si fue un flechazo, pero sí fue muy divertido conocer a Carlos", rememora Cristina entre risas. También recuerda que, en uno de los partos, las enfermeras no lograban adivinar quién era el padre de la bebé, debido al ir y venir de un numeroso grupo de hombres en la habitación preparando una expedición.

Una afición para conocer el mundo

Soria explica que su afición por el deporte y las montañas comenzó a los 14 años, y que, gracias a ellas, conoce el mundo, desde la Antártida hasta los Andes y el Himalaya.

A pesar de una infancia difícil, porque vivió la posguerra, pasó hambre y se vio obligado a abandonar los estudios a los 11 años, afirma que no se queja: "Estoy encantado de haber vivido cosas tan distintas".

Antes de partir al Manaslu para conmemorar el 50o. aniversario de la llegada de los primeros españoles a un 8 mil, Soria decidió que era su último techo, pero afirma: "Nunca dejaré de escalar montañas”.

Cristina Gómez elige la palabra cabal, en el sentido de honesto e íntegro, para definir a su compañero de vida.

Además de sus hazañas en los ocho miles, Soria completó el desafío de las Siete Cumbres, la más alta de cada continente, después de cumplir los 70 años. Él cree que la edad es solo un número. Se emociona cada vez que alcanza una cima, pero aún más cuando baja: "Lo de la cumbre está bien, pero ahí no acaba el asunto. Hay gente que no se da cuenta. Solo hay que llegar a la cumbre si estás en condiciones. Si estás destrozado subirás, pero no vas a poder bajar. La vida, seguir vivo, eso es muy importante".

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Sus recetas para encontrarse bien

Probó fumar cuando era joven, pero enseguida se dio cuenta de que "era incómodo y no merecía la pena", y hoy Soria tiene claro que para vivir bien se necesita "comer bien, hacer ejercicio y tener un buen entorno familiar y de amigos. Es lo único que hace falta en la vida para ser feliz, y es fácil, no es difícil lograrlo".

"Si en algunos casos es imposible, pues da la vuelta y ve por otro lado. Procura tener una familia y amigos agradables, y huye de los que no lo son. Intenta no estar sufriendo toda la vida porque la vida puede ser muy larga. La mía está siendo larga y quiero alargarla todo lo posible".

Se le resisten dos “techos”: Dhaulagiri y Shishapangma

Dice que perdió la cuenta de las veces que ha intentado sin éxito alcanzar la cima del Dhaulagiri (8 mil 167 metros), en la cordillera del Himalaya, pero ronda la docena, entre 1998 y 2017, y es el primer y único lugar donde tuvo un accidente gravísimo a consecuencia de la caída de un sherpa.

Fue una fractura abierta de la tibia y el peroné a 7 mil 400 metros, lo que habría significado el final para muchos, pero explica: "Gracias a tener buenos amigos entre los sherpas y los alpinistas, me bajaron de allí".

"La primera parte de la bajada fue terrible, no teníamos camilla y llevaba atadas las piernas; me desmayaba de dolor. Unos amigos polacos subieron una camilla y así fui más protegido, pero las primeras ocho horas que tardamos desde el lugar del accidente al campo tres fueron horribles. Pegaba gritos enormes cuando no estaba desmayado".

Sito Carcavilla, uno de sus compañeros habituales de expedición, se negaba a darle analgésicos, pues quería mantenerlo despierto y todo su afán era bajar altura, con independencia del estado de la pierna.

¿Su próximo reto?

Casi recuperado de su expedición al Manaslu, así explica Soria su próximo desafío: "Seguir subiendo montañas, vivo el mayor tiempo posible y haciendo lo que me hace feliz".

"Cuando llegó, me lo encontré hecho una pasa, imagínatelo con seis kilos menos y mentalmente muy cansado. Se va recuperando", concluye Cristina. 

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