Algo sobre ti, de lo que no me queda duda, es que tienes el hábito de la lectura. Lo sé por la sencilla razón de que estás leyendo estas líneas, sin importar que haya una pantalla frente a ti o que en tus manos sostengas la edición impresa de “Códigoqro”. Esta sencilla acción te coloca en un nicho sumamente particular, conformado por ciudadanas y ciudadanos que muestran un particular interés por enterarse, a través de fuentes confiables, del acontecer de su entorno.
Si, además de lo anterior, tu edad oscila entre los 12 y 24 años, te diré que formas parte del sector de la población con un mayor porcentaje de lectores, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que documenta anualmente la lectura de libros, revistas, periódicos, historietas y páginas de Internet, así como la lectura en redes sociales. Dicho grupo de edad es también el que más libros lee, sobre todo, obras literarias. Si, en cambio, tienes entre 25 y 39 años, formas parte del segmento de la población que más lee después del anteriormente mencionado.
A pesar de las alentadoras cifras anteriores, es necesario reconocer que distamos de ser un país de lectores, pues solo leemos la magra cantidad de tres libros al año. Si consideramos las incontables horas que le dedicamos a plataformas como Netflix y a las redes sociales, no hay manera de salir incólumes en lo que a lectura de libros se refiere. A manera de contraste, y de acuerdo con estadísticas recientes del Word Population Review, los estadounidenses y los nativos de la India leen, en promedio, de 16 a 17 libros por año, mientras que los británicos, franceses e italianos leen de 13 a 15. Si para sentirnos consolados nos comparamos con otros iberoamericanos, habrá que admitir que españoles, colombianos y chilenos son lectores más asiduos que nosotros.
Algo que históricamente nos perjudicó de sobremanera fue considerar que la “literatura seria” era privilegio exclusivo de las élites culturales, las cuales, por cierto, no necesariamente estaban dispuestas a abandonar sus cotos de poder, por decirlo de alguna manera. Es el caso de la revista literaria “Vuelta”, fundada por Octavio Paz en 1976 y cuyo primer consejo editorial incluía escritores de la talla de Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Tomás Segovia y Gabriel Zaid. Tras el fallecimiento de su ilustre fundador, el hueco dejado por “Vuelta” fue ocupado por “Letras Libres”, revista que desde hace 26 años dirige Enrique Krauze. Huelga decir que los jóvenes lectores de libros a los que me refería en un principio han hecho de lado “Letras Libres” y publicaciones de similar abolengo para refugiarse en líderes de opinión más cercanos a ellos, quienes han acertado a crear espacios de enorme convocatoria en los medios electrónicos. Es el caso de Magali Torres Ortega (@nenamounstro), quien se autodefine como una “creadora de contenido literario”, que cuenta con 1.4 millones de seguidores en TikTok y 254 mil en Instagram.
Magali, quien se ha incorporado ya a la fila de las escritoras, refiere así el motivo que la llevó a compartir su pasión por la lectura: “Mis amigas me pedían que les contara los libros que estaba leyendo. Entonces me di cuenta de que otra forma para que te interese un libro es contarte quién, cómo y cuándo lo escribió”.
A esta creadora le ha interesado también narrar la vida de mujeres escritoras, entre ellas la lexicóloga española Irene Vallejo, quien ha vendido más de 1 millón de ejemplares de su libro “El infinito en un junco”, y a quien entrevistó en YouTube para su club de lectura.
(Continuará la próxima semana)
Démosle la bienvenida a una nueva generación de lectores (parte uno)
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