En el estado de Querétaro, existen cuatro zonas arqueológicas reconocidas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH): El Cerrito, Ranas, Tancama y Toluquilla, las cuales son una muestra irrefutable de la presencia de culturas ancestrales que dejaron vestigios como legado de su modo de vida y costumbres.
La principal característica de la zona arqueológica de El Cerrito es que se encuentra ubicada en plena zona metropolitana de la ciudad de Querétaro, específicamente, en el municipio de Corregidora. La estructura principal es una pirámide de 30 metros de altura, la cual fue un lugar de culto de los indígenas otomíes y chichimecas del valle de Querétaro.
“Las estructuras arquitectónicas fueron construidas en un espacio de suelos poco profundos con afloramientos rocosos, los cuales fueron aprovechados para la edificación de los basamentos y plataformas habitacionales. Las evidencias arqueológicas sugieren que el sitio captó influencias de distintas culturas a lo largo del tiempo: Chupícuaro, Teotihuacán, Toltecas, Chichimecas, Purépechas y Otomíes”, destaca el INAH.
En el municipio de San Joaquín, enclavado en la región de la Sierra Gorda, se encuentra la zona arqueológica de Ranas, la cual experimentó un gran desarrollo cultural durante la época prehispánica y se benefició de la explotación minera de aquella región. Además, fue un sitio estratégico para el control del acceso a la Sierra Gorda.
“Es un sitio asociado a la explotación de la riqueza minera de mayor envergadura de la Sierra Gorda: el cinabrio, que jugó un papel relevante por ser un pigmento de gran demanda entre los pueblos mesoamericanos”, detalla el INAH.
Asimismo, explica que la economía de los pueblos originarios de la Sierra Gorda se basó en la minería, la cacería, la recolección de alimentos y la agricultura de temporal.
Enclavada en la Sierra Gorda del estado de Querétaro, la zona arqueológica de Tancama cuenta con un total de 48 estructuras de distintos tamaños y formas; además, tiene un juego de pelota de 18 metros de largo, uno de los más pequeños descubiertos en México.
De acuerdo con el INAH, la arquitectura general de Tancama es similar a Ramas y Toluquilla con edificaciones hechas a base de lajas de piedra y grades taludes que se integran en las plazas denominadas El Mirador, Santiago y La Promesa.
La importancia de la zona arqueológica de Toluquilla es que ahí vivían los sacerdotes y otras personas dedicadas al culto de los dioses prehispánicos, mientras que el resto de la población residía en caseríos aledaños. En este lugar han sido encontrados cuatro juegos de pelota.
“Su organización social fue jerárquica y se especializó en la obtención de pigmentos minerales, como el cinabrio o granate (sulfuro rojo mercurio) y el almagre (óxido de hierro)”, enfatizó el INAH.
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