La gentrificación frena reconocimiento de San Francisquito como barrio indígena en la capital queretana; la 61 Legislatura del estado no ha avanzado en la protección de las costumbres e identidad de esta zona
Aunque este año el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) incluyó al barrio de San Francisquito en el Catálogo Nacional de Pueblos y Comunidades Indígenas, el Congreso local sigue sin reconocer la identidad cultural de esa comunidad de la capital queretana.
Fue el 4 de abril de 2023 cuando el ayuntamiento de Querétaro, entonces encabezado por Luis Bernardo Nava Guerrero como presidente municipal, aprobó una reforma al artículo tercero de la “Ley de derechos y cultura de los pueblos y comunidades indígenas”.
Sin embargo, la 60 Legislatura del estado concluyó su periodo en septiembre sin que se analizara dicha iniciativa y la 61 Legislatura tampoco ha avanzado en la protección de las costumbres, artesanías, creencias e identidad de ese barrio tradicional.
“Creo que la gentrificación es lo que ha detenido todo, ya llevamos cinco años pidiendo el reconocimiento como barrio indígena, pero el Congreso simplemente nos ha ignorado. Hay resistencia para garantizar y proteger los derechos de la comunidad ante la amenaza de la modernidad”, lamentó Jesús Chávez Gómez, dueño de una miscelánea en la calle 21 de Marzo.
Ante el nulo avance para reconocer a San Francisquito como barrio indígena urbano, la Confederación Indígena, integrada principalmente por grupos de danzantes concheros, ha advertido sobre los riesgos de la gentrificación, el turismo masivo y la mercantilización de esa zona.
Situado entre el Centro Histórico, la alameda Hidalgo y uno de los principales centros comerciales de la ciudad de Querétaro, de acuerdo con vecinos del barrio, este goza de una tranquilidad que contrasta con el bullicio y el tráfico de las avenidas Zaragoza y Constituyentes que lo rodean.
Mientras sus tiendas de abarrotes hacen frente al embate de las tiendas de conveniencia, cada vez aparecen más anuncios de venta y renta de inmuebles; no obstante, un grafiti se ha convertido en señal de resistencia: “Dios bendiga a este barrio”.