
El programa "Llamadas de aliento" consiste en que un grupo de voluntarios de la Cruz Roja ingresa 2 veces por semana a los hospitales COVID-19 para enlazar videollamadas entre los pacientes con sus familiares

No te puedes ir, porque prometimos envejecer juntos…
En cuanto salió la convocatoria para participar como voluntario en el programa, el socorrista de la Cruz Roja Querétaro Fernando Balderas Manríquez, de 53 años, no dudó en inscribirse, pues siempre ha tenido el deseo de servir. Su primer ingreso al hospital COVID-19 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fue en la víspera de Navidad, experiencia que le provocó emociones encontradas. “Me ha tocado salir enojado, triste, alegre y cosas así que uno no puede explicar; enojado, porque una vez me tocó ver varios muertos, uno en mi presencia, y me dio coraje, porque cuando uno sale hay gente que no se cuida; ese es mi coraje: que por culpa de ellos algunos fallecieron”. Experiencias tristes, dijo, son innumerables y recordó que hace alrededor de tres semanas se comunicó con los familiares del paciente después de que le dieron el número de teléfono, de cama y el nombre del paciente, quienes estaban agradecidos, pues por fin, después de mucho tiempo, iban a poder ver a su ser querido, pero dos pasos antes de llegar a la cama, la persona falleció… “Ya no supe qué responder en ese momento”, señaló. “Continué el recorrido y me tocó una señora que ya estaba demasiado malita, le hice la videollamada con su familia, que le decía que le echara ganas, que sí podía y todo eso; la señora les respondió: ‘Le estoy echando muchas ganas, pero ya no puedo, ya no aguanto más, por eso me estoy despidiendo’. Ahí es cuando comencé a sentir tristeza y sentimientos encontrados”. Fernando Balderas, quien participa dos veces a la semana en el programa, relató que otro caso similar fue la videollamada de un hombre que empezó a despedirse de su familia y a quien su esposa le decía: “No te puedes ir, porque prometimos envejecer juntos” y el hijo le gritaba: “Papá, no te vayas todavía, te necesito mucho”. “Es un orgullo para mí estar en este programa, un orgullo estar con mis compañeros, que, sin sueldo alguno, estamos trabajando por amor, para ayudar a nuestro prójimo. A la población en general le diría que se cuide mucho, que esto es verdad, porque todavía algunas gentes no lo creen”.Familiaridad entre pacientes y voluntarios
Jessica Herrera Ruelas, de 34 años, es socorrista en la Cruz Roja Querétaro y voluntaria en el programa “Llamadas de aliento” desde enero. Ha asistido al IMSS No.1, ubicado en Zaragoza, y al No.2, que está en La Pradera. El motivo que la impulsa a ingresar a los hospitales COVID-19 es saber que puede ayudar a calmar un poco la ansiedad e incertidumbre que tienen los pacientes por ver a sus familiares. “Hay unos pacientes que tienen tanto que contarles a sus familiares, hay veces en que hacemos videollamadas hasta de 10 minutos; ese paciente en su desesperación hasta como que quiere hablar rápido para decirles todo, pero, pues, tiene corto tiempo y además los pacientes no se pueden agitar mucho. A lo mejor es como muy poco, pero esos minutos que las personas llegan a ver a sus familiares es muy gratificante y es lo que me mueve a estar dentro del proyecto”. Por protocolo y respeto al enfermo, no se pueden llevar a cabo las videollamadas cuando los pacientes están inconscientes; sin embargo, los familiares pueden mandar audios y entonces los voluntarios acercan el dispositivo electrónico a su oído para que escuche el mensaje. Incluso los voluntarios comienzan a ser reconocidos entre los que ocupan las camas de los hospitales. Jessica Herrera asegura que ha observado casos de personas internadas cuya salud ha mejorado considerablemente a raíz del programa. “En el hospital 1, regularmente me tocan los pisos tres y cuatro, podemos decir que son los pacientes que salen como de la zona roja, que ya tienen una mejoría; digo, no son todos, porque suele suceder que ahí empeoran. Pero me ha tocado que en semanas consecutivas me he encontrado a los mismos pacientes y entonces como que hasta hay cierta familiaridad que nos dicen: ‘Hola, ¿cómo estás?, enlázame ahora con mi prima’; ‘enlázame ahora con mi mamá o mi abuelita’… Y con mucha alegría hay unos que te dicen que prácticamente solo están esperando a que les liberen un tanque de oxígeno para poder irse a su casa”.Cruz Roja conmemora 111 años de presencia en México
Comparte esta nota: