
El 6 de septiembre de 2021, México aún enfrentaba los estragos de la pandemia por Covid-19. Ese día, las intensas lluvias que se registraron en el centro del país provocaron que se desbordara el río Tula, lo que ocasionó una seria inundación en la ciudad del mismo nombre, ubicada en el estado de Hidalgo.
La inundación afectó de forma grave al hospital general de zona del Instituto Mexicano del Seguro Social, cuyo personal y pacientes tuvieron que ser evacuados en lanchas y helicópteros. Dieciséis pacientes perdieron la vida porque dejaron de recibir la atención que necesitaban.
Pero hubo consecuencias posteriores por infecciones e intoxicaciones provocadas por las aguas negras que inundaron Tula, pues el aún llamado río es parte del desfogue de aguas residuales provenientes de la Ciudad de México y, ese mismo 6 de septiembre, las autoridades capitalinas, entonces encabezadas por la hoy presidenta de México, decidieron abrir las compuertas del drenaje para evitar que las aguas negras inundaran la capital del país… Total, que se inunde otro lado, en este caso, Tula, Hidalgo.
Recuerdo este suceso, porque este fin de semana se registraron lluvias intensas que provocaron nuevos desbordamientos de ríos y presas que son vías de evacuación y contención de aguas negras.
Las inundaciones afectaron los municipios de Ocampo, Guanajuato; Naucalpan, Estado de México, y Xalapa, Veracruz, particularmente. Millones de litros de aguas negras, toneladas de lodo y esa espuma tóxica que invadieron casas deben ser un llamado de atención a todas las autoridades de todos los niveles de gobierno sobre la gestión que se está haciendo de las aguas residuales.
Vimos cientos de notas informativas en los medios y videos en redes sociodigitales que mostraban el avance de esas aguas plagadas de porquería y cualquier cantidad de sustancias peligrosas para los seres vivos.
Pero el trabajo periodístico se quedó ahí, en la anécdota, en el momento, en el escándalo y la oportunidad de culpar a las autoridades de lo sucedido.
Lo que falta es recurrir a la ciencia, a especialistas que nos expliquen las implicaciones que estas inundaciones tendrán en el corto, mediano y largo plazo.
¿Cuál es el riesgo sanitario que enfrentamos?, ¿qué sustancias contaminantes se filtrarán a los mantos freáticos y contaminarán fuentes de agua limpia?, ¿qué tanto afectarán zonas de cultivo, zonas de pastizales para ganados?, ¿qué tantas toxinas se quedan en el ambiente, que la población seguirá respirando?
Hay que explicarle al público cuales deben ser las acciones de los gobiernos para tener un mejor manejo de las aguas residuales y las alternativas que tenemos, más allá de entubar los canales de aguas negras solo para evitar que se desborden, como sucedió en 1999 con el canal de La Compañía, en los límites de Ciudad de México y el Estado de México. Hace falta más periodismo de ciencia.
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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Integrante del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación. Conduce el programa “Expedientes MN”, que se transmite los viernes a las 18:10 h, por la cadena de Meganoticias
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