viernes, 12 de diciembre de 2025

¿Qué esperanza queremos construir?

Por: REDACCIÓN • 12 de diciembre, 2025
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Pancho Domínguez Castro

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Lo entiendo: la esperanza es una palabra que usamos mucho, pero entendemos poco.

 

A veces se confunde con esperar pasivamente a que algo cambie. O con un optimismo que niega la realidad. Pero la esperanza de verdad -la que sostiene, la que impulsa, la que transforma- no es ingenuidad: es decisión.

 

La esperanza aparece cuando, incluso cansados, seguimos creyendo que es posible vivir mejor. Cuando la comunidad se organiza. Cuando alguien ayuda sin que se lo pidan. Cuando un joven levanta la voz por una causa. Cuando algo pequeño cambia la vida de alguien. Ahí es donde empieza la esperanza. Y, sin embargo, no siempre la vemos.

 

Hoy muchas personas sienten que la esperanza se ha desgastado. Que la política no ha respondido a lo que prometió. Que las instituciones están lejos y que la vida cotidiana sigue enfrentando retos que nadie resuelve con rapidez.

 

Y es natural sentirlo. La decepción no es falta de interés: es una consecuencia del esfuerzo acumulado. La gente no deja de creer por comodidad, sino porque creer cuesta.

 

Pero incluso en medio del cansancio, México tiene una característica poderosa: su esperanza no depende solo del gobierno. Depende (y siempre ha dependido) de la gente.

 

Cada día hay historias que confirman que la esperanza existe, aunque no

salga en portada.

Una mamá que sostiene su casa sola.
Un adolescente que trabaja y estudia para salir adelante.
Una comunidad que cuida sus calles.
Un comerciante que ayuda a otro a levantarse.
venes que organizan colectas, talleres, marchas, soluciones.

La política puede fallar, pero la sociedad casi nunca lo hace. Por eso, la esperanza no está perdida: está ocurriendo en miles de lugares al mismo tiempo. La pregunta es si podemos construir una esperanza que no dependa del azar, sino de acuerdos, de decisiones públicas, de liderazgo que se comprometa con la gente.

 

Entonces… ¿qué esperanza queremos construir?

 

Una esperanza activa. Realista. Basada en hechos, no en discursos. Una esperanza que nace del reconocimiento mutuo, de la solidaridad, de la participación. Una esperanza que no solo pide cuentas, sino que también se involucra.

 

La política tiene un papel en esto. Puede debilitar la esperanza cuando promete sin cumplir. Pero también puede reconstruirla cuando escucha, acompaña y actúa con sentido de responsabilidad.

 

Esa es la política que creo que debemos buscar. Una política que no se impone, sino que coordina. Que no promete, sino que demuestra. Que no divide, sino que une. Que entiende que la esperanza no se decreta: se construye.

 

Porque la esperanza no nace del cansancio, sino de la responsabilidad compartida. Y esta columna invita justo a eso: a comprender, dialogar y actuar, cada quien desde su realidad, para mejorar lo que nos toca. Es una invitación a la participación consciente.

Soy Pancho Domínguez Castro.
Escribo para reflexionar, pero sobre todo para escuchar.
Porque la esperanza del futuro no llega sola: se construye entre todas y todos.

 

¿Y tú cómo quieres vivir?





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