Para quienes llevan años viviendo fuera de México es gratificante que las tradiciones de la Navidad sigan vivas frente al impacto de la tecnología
Aunque las celebraciones decembrinas ocupan un lugar especial en el calendario de muchas personas, el festejo de la Navidad es mucho más significativo para aquellos que llevan años viviendo lejos de sus familias. Tal es el caso de Diana Ruiz y David Solís, quienes viajaron desde el extranjero para reencontrarse con sus seres queridos.
En el caso de Diana, quien lleva más de una década viviendo y trabajando en España, esta visita representa una forma de reencontrarse con sus raíces y algunas tradiciones que sobreviven pese al embate de la modernidad y la tecnología.
“Yo llevo más de 10 años viviendo en España y es muy bonito regresar y ver que todavía la gente hace posadas en las colonias y rompe piñatas. Es algo que no se ve allá, porque las personas, sobre todo los jóvenes, viven agobiadas por la incertidumbre y preocupadas por el futuro (…) España es un país cada vez más caro y la falta de vivienda es un grave problema… Eso causa mucha angustia allá”, narra.
Tras una ausencia de 10 años, ella se dijo sorprendida por el crecimiento poblacional de la ciudad de Querétaro y, al mismo tiempo, advirtió sobre las consecuencias de este desarrollo.
“La gentrificación y la turistificación son todo un tema allá (España)… en ciudades como Madrid o Barcelona, el fenómeno de AirBNB ya es un gran problema. Empieza a haber un cierto rechazo a tantos turistas y visitantes… Ojalá eso no pase aquí en Querétaro”, opina.
Por su parte, David, quien ha vivido y trabajado más de 20 años en Estados Unidos, celebró que la Navidad siga manteniendo ese enfoque familiar y festivo en México.
“Me gusta venir en esta época porque aquí las familias todavía se reúnen, cocinan y todos cooperan (…) eso es algo que ya casi no se ve allá, porque para mucha gente ya es una noche normal y hasta trabaja como todos los días. La verdad es difícil estar allá en estas fechas”, señala.
Sin embargo, también lamentó que los niños y los más jóvenes pierdan el interés en festejar en familia.
“Desde chiquitos ya están pegados al celular”, terminó diciendo.
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