
Nadie es bueno en todas las ocupaciones o tareas, pero todos podemos ser geniales haciendo algo en particular, según Tony Estruch, el creador de la innovadora teoría de los “geniotipos”, quien ofrece algunas claves para aprender a reconocer nuestro talento especial y sacar el mejor partido de nosotros mismos
Cuando escuchamos decir que una persona es un genio, o sea, que tiene una capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables, suelen venirnos a la mente los grandes artistas, creadores y sabios de la historia, como Leonardo da Vinci, Salvador Dalí, Albert Einstein, Marie Curie, Rita Levi-Montalcini o Maria Montessori. En cambio, cuando escucha hablar de genialidad, el músico, novelista e investigador del talento humano Tony Estruch (https://tonyestruch.com) no piensa tanto en los grandes personajes de distintas áreas del arte y el conocimiento, sino en “el genio que hay dentro de todos y cada uno de nosotros”, un potencial innato que él nos invita a descubrir y aumentar. “Muchas personas creen que no son buenas en nada, pero todos tenemos un don especial que nos hace únicos, y nuestra tarea es descubrir cuál es nuestro don para entregarlo al mundo”, señala Estruch, que ha creado una teoría y un método para descubrir qué clase de genio llevamos dentro, al que denomina "geniotipo". Así se titula su último libro, “Geniotipo”, donde explica esta innovadora herramienta de autoconocimiento que ha desarrollado tras 10 años de investigaciones junto con expertos de múltiples disciplinas, ofreciendo claves prácticas para identificar nuestras aptitudes innatas, sacar a la luz nuestro talento y potenciar “ese algo especial” que todos tenemos. “Así, aprenderemos a desarrollar al máximo nuestras capacidades y no solo alcanzaremos con éxito nuestro propósito de vida en el plano personal y profesional, sino que también comprenderemos mejor a familiares, amigos y compañeros”, explica Estruch a EFE. “Amar lo que hacemos es el secreto para conseguir grandes logros en la vida y para ello es necesario conocer cuáles son nuestra pasión y nuestro genio”, apunta. Estruch destaca que no necesitamos hacer nada especial para convertirnos en un genio: “Solo descubrir y alimentar lo que ya somos”. Así como cada persona tiene su propio genotipo (conjunto de los genes y la información genética que conforman a un individuo), según la teoría de Estruch, cada ser humano podría encajar en un determinado geniotipo, conformado por su aptitud e inteligencia para un tipo de ocupación en particular. Como dato curioso, el reconocido médico estadounidense Peter D’Adamo ha identificado seis tipos genéticos en los que las personas pueden encajar en función de su respuesta al ambiente: cazador, recolector, maestro, explorador, guerrero y nómada.Geometría de la genialidad
Pero más allá de la similitud de las palabras (genotipo y "geniotipo"), Estruch trabaja en un campo distinto al de D’Adamo. Se enfoca en el talento, la psicología y la personalidad humanos, y en ese terreno ha identificado nueve geniotipos básicos, designados con figuras geométricas, en los cuales podemos encajar la mayoría de las personas.- INFINITO. Los pertenecientes a este “geniotipo” son maestros de vida, cuyo propósito es educar y mostrar caminos, acompañando al prójimo para que dé lo mejor de sí mismo.
- CUADRADO. Ordenados y meticulosos, son grandes gestores que ayudan a que el mundo funcione y no entre en el caos.
- ELIPSE. Creadores de sueños, su misión en la vida es alimentar la imaginación de los demás.
- TRIÁNGULO. Empáticos por naturaleza, son dialogantes y tienen el don de transmitir confianza a un gran número de personas.
- CÍRCULO. Además del amor incondicional, su gran baza son las corazonadas, la intuición.
- RECTÁNGULO. Con esfuerzo, constancia y austeridad, este es el genio de los que, con una existencia simple, saben vivir con rigor y felicidad.
- PENTÁGONO. Su talento se orienta a curar y a solucionar problemas.
- ROMBO. Quienes acompañan en el último viaje y se ocupan de lo trascendente, de lo esotérico.
- ESTRELLA. La marca del genio innato: de la buena o mala gestión de su talento depende acabar como un juguete roto o iluminar el mundo.
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