Pasan los días y no puedo sacar de mi mente el caso de Fernando, el niño de 5 años que fue secuestrado y asesinado en el municipio de La Paz (¡Vaya paradoja con el nombre!), en el Estado de México, por una deuda de ¡mil pesos!
No puedo siquiera imaginar el terror y la desesperación que sintió su madre, la impotencia ante la indiferencia e inacción de todas esas autoridades que simplemente se quedaron con los brazos cruzados.
Me estremece pensar lo que ese pequeñito vivió antes de que le arrebataran la vida; me sacude reflexionar sobre el pánico y el dolor que experimentó mientras, con gran saña, era golpeado brutalmente.
¿Cómo no consternarse ante la forma en que esas bestias - Carlos “N”, Lilia “N” y Ana Lilia “N- trataron de esconder cobardemente su cuerpecito envuelto en sábanas, tras haberlo colocado en bolsas de plástico y costales, para finalmente arrojarlo entre objetos y basura en el patio de su casa? …
Y, a pocos días de esta tragedia, se sumó la de Chalco, en el mismo estado, en donde al interior de su casa a Dulce, una niña de doce años, que según algunas publicaciones vendía elotes y chicharrones, también fue asesinada porque la pareja de su mamá está relacionado con narcomenudeo.
Me duele el alma y me invade una profunda tristeza ante lo que estamos viviendo, porque su voz ni siquiera es escuchada, como lo evidenció la semana pasada Ana Karen Sotero Salazar, ganadora del Premio de la Juventud de la Ciudad de México 2025.
“Es importante que nos escuchen, me parece una falta de respeto que estando aquí incluso recibiendo el premio…no nos hagan caso, están en sus propias conversaciones… ¿Qué clase de actitud es esta? Es injusto, es una burla”, reclamó la joven en su frustración porque mientras pronunciaba su discurso, los legisladores veían el celular o platicaban entre sí.
Ella solo buscaba que su mensaje resonara en la conciencia de los tomadores de decisiones: “Este discurso también es una evidencia para aquellas personas que ocupan los cargos políticos de poder, para que realmente se pongan las pilas y trabajen en pro de la juventud y que también vean todas las adversidades que estamos viviendo”, “Sí somos el futuro, pero qué pasa con el presente?”, “¡El crimen organizado está arrasando!”, “Soy parte de una comunidad que el crimen organizado desapareció y donde nunca nadie nos puso atención”, “Permítanos criticar al sistema, esto no es contra ningún partido político, es contra todas las personas que no permiten un verdadero cambio”, “Necesitamos la libertad, la justicia, que nos merecemos históricamente”.
¡Este país le ha fallado a sus niñas, niños y adolescentes! No es cierto que en México el pleno ejercicio, respeto, protección y promoción de sus derechos humanos estén garantizados como consigna la “Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes”, a partir de lo que ordenan la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y los tratados internacionales de los que el Estado mexicano forma parte.
¡Es mentira que el interés superior de la niñez sea considerado de manera primordial en la toma de decisiones!
El derecho a la paz que las niñas, niños y adolescentes tienen, así como su derecho a no ser privados de la vida en ninguna circunstancia, ni a ser utilizados en conflictos armados o violentos y su derecho a vivir una vida libre de toda forma de violencia y a que se resguarde su integridad personal, a fin de lograr las mejores condiciones de bienestar y del libre desarrollo de su personalidad, aplica sólo en el papel, porque en los hechos es letra muerta… como hoy están esos dos menores.
…Y las 958 personas de entre 0 y 17 años que fueron víctimas de homicidio a nivel nacional, de enero a mayo de 2025, según la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), con base en la incidencia delictiva del fuero común que publica el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
¡Cuánto dolor1
Querido Andy…
Comparte esta nota: