
Con más de tres décadas dedicadas a la enseñanza musical, Héctor Larios recuerda que fue la influencia de sus padres la que lo llevó a dedicarse profesionalmente a la música, construyendo un legado que ha tocado la vida de decenas de personas, entre ellas, sus hijos
Con una infancia marcada por la arquitectura, las matemáticas y la música clásica, Héctor Larios Osorio descubrió desde muy pequeño su pasión por el piano, instrumento que lo ha acompañado en los momentos claves de su vida.
Hoy, con más de tres décadas dedicadas a la enseñanza musical, ha logrado formar diversos grupos destinados a la conservación de la música típica mexicana.
Con el dueto Dulcemelos, que conforma con su esposa Alejandra Barrientos, se ha dedicado a llevar la música del salterio a diversas partes del mundo, reafirmando su amor y pasión por esta expresión artística, que considera que es el alimento del alma.
¿En qué momento nació tu amor por la música?
Cuando iba en segundo de primaria, mi mamá me llevó al entonces Instituto de Bellas Artes, en donde estudié piano durante un tiempo; ya después entré a la secundaria y ahí nos daban canto; yo, sabiendo tocar un poco el piano, me acerqué más al instrumento para poder sacar las canciones que nos pedían. Sin embargo, lo que marcó mi rumbo fue que cuando cumplí 15 años, mis papás me regalaron un acordeón, mientras que a mis hermanos mayores les regalaron una calculadora científica; a mí, sabiendo mi gusto por la música, me regalaron un acordeón, entonces, le pedí al maestro Aurelio Olvera Montaño, que era mi maestro en la secundaria, que me enseñara a tocarlo; posteriormente me hizo la invitación para incorporarme a la estudiantina de la UAQ y desde ahí la música me ha acompañado en muchos momentos de mi vida.
¿Cuándo decidiste dedicarte de manera profesional a la música?
Yo tenía claro que me gustaba ser maestro porque desde muy chico me gustaba organizar, enseñar, compartir y en su momento tuve la oportunidad de leer acerca de la educación musical y cómo en otros lugares había diferentes herramientas para poder enseñar música. A los 16 años, la música me había acompañado más de la mitad de mi vida y fue entonces que encontré en la Facultad de Bellas Artes la licenciatura en Música con especialidad en educación.
Así fue como definí mi futuro en la música y desde entonces me he venido desarrollando en diferentes ámbitos de la educación musical, entre ellos, la parte de educación con bebés, con niños, con el coro de adultos mayores del municipio de Querétaro; que este año cumplimos 25 años, con la orquesta típica de la secundaria general número 1, la orquesta típica Somos UAQ y la orquesta Makochi Dulcemelos.
Cuéntame un poco sobre tu familia
Mi padre, Martín Larios, es arquitecto, y mi madre, Ernestina Osorio, profesora de educación física; tengo tres hermanos: los dos mayores, ingenieros, y la menor, historiadora. Mi esposa es salterista y mis dos hijos, Héctor y Martín, el mayor estudia en la Facultad de Música de la UNAM, y el otro, Arquitectura.
¿Cómo recuerdas tu infancia?
Entre las matemáticas y la arquitectura. Como dijo Le Corbusier: “La arquitectura es la música congelada”, es una de las Bellas Artes y siempre mi papá estuvo trabajando en los dibujos, la geometría y la música clásica, la música de tríos, la música tradicional mexicana, y yo creo que eso fue una influencia muy importante para mí.
¿Cómo conociste a tu esposa?
Nos conocimos en la Facultad de Bellas Artes de la UAQ, cuando estudiamos; nos gustaba la música y empezamos a hacer música juntos.
¿Cómo decidieron hacer el dueto y por qué eligieron el salterio y el piano?
La música la hacemos los seres humanos desde el vientre de nuestra mamá; el primer instrumento que tenemos es nuestro cuerpo, la voz, y después todos los que hemos ido inventando, y uno de esos es el salterio, 5 mil años antes de Cristo.
Nosotros encontramos en el salterio, que mi esposa toca desde los cinco años, el pretexto para hacer mucho de nuestra educación musical. Antes de conocer a mi esposa, yo no había conocido un salterio, más que en fotos de los libros, los salterios evolucionaron y pasaron a ser el clavecín y luego el piano. Cuando nos conocimos, empezamos a hacer música y encontramos una posibilidad para mostrarla a la gente.
¿Qué música escuchas cuando no estás trabajando?
Música clásica, barroca, pero también me gusta la música mexicana; constantemente estoy escuchando qué es lo que ha permanecido para poder yo ponerlo con mis grupos y orquestas.
¿Cuál es la mayor satisfacción que te ha dado la música?
Mi familia y los grupos musicales; ver a los jóvenes, los bebés, los adultos mayores compartir y trabajar todos bajo un mismo objetivo. Hacer música es el alimento del alma y todos debemos cuidar nuestra alimentación espiritual.
¿Cuál sería el mayor consejo que les darías a tus hijos?
La honestidad, la constancia, el trabajo y el servicio a los demás siempre nos dan una razón y un propósito en esta vida.
¿A quién admiras?
A mi papá y a personajes históricos como Napoleón Bonaparte y Albert Einstein.
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