
Fátima Rojas se ha convertido en la representante de la lucha olímpica en Querétaro y uno de los activos más preciados del deporte mexicano, y ya sea compitiendo sobre el tapiz o sobre cualquier escenario, como lo hizo en Exatlón México, la deportista es sinónimo de constancia y arrojo
Dedicada al 100 por ciento a la lucha olímpica, Fátima Rojas es una de las máximas representantes de este deporte en el país y con orgullo porta el escudo de Querétaro, estado desde donde se ha desarrollado y crecido como deportista de alto rendimiento. En cada llave que Rojas realiza muestra años de dedicación, constancia, aprendizajes y experiencia en la disciplina que la ha puesto en lo más alto del podio, ostentando ya incontables medallas y títulos ganados a lo largo de su carrera sobre el tapiz, que son a la vez un aliciente más para seguir adelante. Fátima continúa su preparación con la mira puesta en Los Ángeles 2028, plaza que desea conquistar obteniendo para el país esa preciada medalla que se ofrece solo cada cuatro años. ¿Cómo inicias en la lucha? Fue porque me hacían ‘bullying’ en la escuela. Mi papá me inició; un día llegué y me dijo: “¿Sabes qué, Fátima?, te vamos a enseñar lucha”, y comenzamos a practicar en el parque, nada profesional, solo para defenderme. ¿Cómo es la convivencia con una familia de luchadores? Somos tres hermanas, ellas son más pequeñas que yo. Ellas empezaron jugando, porque yo les llevó seis y cinco años; además, también está mi mamá, que es una parte muy fundamental, porque es quien apoya a mi papá, porque mientras mi papá nos estaba entrenando y no nos queríamos levantar, mi mamá era la que nos decía: “Levántense”, nos daba la comida que debía ser. Después ya fueron creciendo mis hermanas. La mediana empezó a competir y a representar a México, ahí ya no estaba yo solita en la disciplina. Ella ahora se dedica a luchar en la universidad y la que siguió a nivel más internacional fue mi hermana Dani, que es la chiquita; ahorita ella y yo estamos compartiendo procesos, vamos a comenzar el de Los Ángeles. ¿Tienen contemplado ir las dos a Los Ángeles 2028? Es uno de nuestros objetivos; nosotras no solo nos visualizamos yendo, queremos una medalla de oro. ¿Sientes presión porque tu familia está involucrada en la lucha? Mi papá y mi mamá siempre nos inculcaron la lucha desde una forma educativa, principalmente a mí por el ‘bullying’, para saber defenderme. Algo que siempre digo es que la lucha revela tu carácter, saca lo que eres, y si eres muy tímida, te vas para arriba; principalmente fue ese el objetivo, pero conforme las tres fuimos cumpliendo el objetivo que ellos querían de la disciplina, el deporte y la educación, mis papás nos dijeron: “Ustedes ya cumplieron la meta de nosotros, si ustedes quieren seguir luchando, las apoyamos”. Entonces, siento eso como un apoyo, pero también es agridulce, porque cuando tienes algo con la familia, es algo complicado, porque se mezclan muchas emociones, pero también hemos sabido y seguimos aprendiendo a manejar esa parte que a veces que quieres, que tu papá a lo mejor te entienda más o que no te exija tanto, pero precisamente sabes que porque eres su hija se te exige más. En el tiempo que he luchado, hay puntos en los entrenamientos en que te sientes presionado, pero lo que intento es ir a la excelencia. ¿Qué hay detrás del deportista exitoso? Hace dos años yo tuve una operación en cervicales y fue un ‘shock’ para mí. A partir de ahí he pasado procesos bien intensos, porque para empezar tuve que dejar mi lugar en el equipo nacional. Yo estaba clasificada para ir a Centroamericanos, esa es una de las cosas que duelen mucho, esos procesos psicológicos que uno debe atravesar. En ese lapso yo pasé por una depresión, de que no quería ver ni el sol, lo veía y decía: “Quiero seguir durmiendo”. Me pasaron cosas personales que se juntaron con el posoperatorio, yo estaba mal; entonces, siento que detrás del deportista y esa sonrisa, viene el equipo. Las lesiones, la tristeza, la depresión, el aprendizaje emocional, lo puede haber, lo importante es transformar esas cosas con la ayuda de mi equipo, mi familia y de mi psicóloga, quien es superimportante; yo siempre se lo digo: “Magaly, yo sin ti no sé lo que haría, no sé dónde estaría si tu no hubieras estado aquí conmigo todo este tiempo”. Me siento muy afortunada de mi equipo, porque es gente que ha sabido ver mi valor desde el principio. Detrás del deportista viene el equipo multidisciplinario, los fisios, doctores… Me siento superafortunada porque tengo varios angelitos que están en mi equipo.
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