La cantante cubana Celia Cruz vive a través de su música, celebrando su centenario con eventos que incluyen reediciones de sus discos en formato vinilo, exposiciones, musicales, programas especiales de televisión y conciertos
Con información de Agencia EFE
“Doy gracias a Dios por este regalo: / él me dio la voz y yo te la he dado con gusto, / rompiendo barreras voy sobreviviendo, / cruzando fronteras voy sobreviviendo”. Como una premonición, nos cantó así la gran Celia Cruz, quien sigue siendo una de las figuras más representativas y admiradas de la música latina.
Su inconfundible y potente voz combinada a la perfección con su enérgica personalidad sobre el escenario y fuera de él llevó el son y la salsa a públicos a los que hasta entonces nunca había llegado.
A 22 años de su muerte, a causa de cáncer, Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso, su nombre de nacimiento, del que se cumplen ahora 100 años, sigue reinando en el corazón y los recuerdos de sus seguidores, que ahora le rinden homenajes por todas partes.
Aquella cubana, tremenda mujer, de origen humilde, de explosiva personalidad y potente voz que trascendió fronteras y se coronó como “La Reina de la Salsa”, destacó también en otros géneros, dejando tras de sí un gran legado que aún atrae a las nuevas generaciones.
“El trabajo es lo que me da energía”, respondía con frecuencia esta artista de energía arrolladora cuando le preguntaban si se retiraría.
Su vida
Desde su nacimiento en un barrio humilde de La Habana, Cuba, la acompañó la música, pues era recordada como una niña que cantaba a todas horas.
Estudió magisterio por “tener una formación”, como bien le inculcó su padre, sin dejar los cursos en el Conservatorio de Música, mientras participaba en los concursos de la radio.
Se hizo la artista que fue durante los casi 40 años que vivió en Cuba y se subió por primera vez al escenario en 1950 con La Sonora Matancera cuando la solista del reconocido grupo lo abandonó.

Tras años de giras por Iberoamérica, en 1957 Celia viajó por primera vez a Estados Unidos para recoger en Nueva York su primer disco de Oro (al que se sumarían tres Grammy y cuatro Latin Grammy); durante esos años, Celia Cruz probó, además, el cine e hizo varias películas.
El 15 de julio de 1960, La Sonora Matancera actuó en México y entonces Celia decidió no regresar a Cuba, escapando del régimen castrista. Se exilió en Nueva York, donde vio nacer la salsa y fue parte de su desarrollo.
Así inició una nueva etapa y una nueva vida, en la que grabó discos con el gran Tito Puente y Rubén Blades y firmó con la discográfica neoyorkina Fania, fundada para agrupar a músicos latinos residentes en Nueva York.
La Guarachera de Cuba
Tras haber comenzado su carrera en su país en la década de 1940 con la Sonora Matancera, Celia se convirtió en la reina del azúcar, con su inconfundible figura de pelucas multicolores, tacones con formas de vértigo nunca antes vistos, maquillaje a raudales y espectaculares trajes, todo ello, obra de su estilista Ruth Sánchez.
“La Guarachera de Cuba” nació el 21 de octubre 1925, triunfó con su poderosa voz y su energía en el escenario, que no desapareció a pesar de los años; su simpatía y su natural cercanía la mantuvo vigente a través de seis décadas de evolución en las que fue respetada y amada por su público de todas las edades y países, cantando en español en Estados Unidos, el país que la acogió como exiliada.
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