domingo, 27 de julio de 2025

Los torcidos caminos del acoso laboral (parte uno)

Los torcidos caminos del acoso laboral (parte uno)

Esto me lo confió una de las tantas víctimas de acoso en este país: “Me acarició la pierna. De inmediato le retiré la mano y le advertí que no lo hiciera: ‘Ni a mi novio se lo permito’. Más tarde intentó hacerlo de nuevo y le volví a marcar el alto. Para desquitarse, me empezó a hacer la vida imposible. Me decía que me regresara a mi pueblo, me tronaba los dedos como si fuese un animal y me decía cosas insultantes. Sus amigos empezaron a hacer lo mismo. En una ocasión en que me decían de cosas, acudí a la autoridad correspondiente. ‘Están bromeando, no les hagas caso’, fue la respuesta que obtuve. No soporté más y presenté mi baja”.

Claramente, la mujer que valientemente me compartió este testimonio fue una víctima de acoso sexual, definido por la Secretaría de Salud como “una forma de violencia en la que no hay subordinación, pero sí existe un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima”. En el hostigamiento sexual, la jerarquía del agresor supera la de la víctima. Por ello, el artículo 159 bis del “Código penal federal” lo tipifica como delito.

Cuando el acoso permea en una organización, los agresores victimizan inclusive a sus superiores. En una reunión de trabajo reciente, que atendí como consultor de una empresa, escuché a una joven ejecutiva quejarse ante sus superiores de que ni ella se salvaba de los comentarios y chistes ofensivos de carácter sexual dirigidos hacia el personal femenino.

En un libro reciente, Francisco Trujillo Pons (2025), un catedrático hispano en materia jurídica; hace un llamado a los lugares de trabajo a dar respuestas más efectivas al acoso: “Es imperativo que las empresas tomen responsabilidad activa en esta materia, ya que su posición estratégica las convierte en actores esenciales para prevenir y erradicar el acoso laboral. Su implicación no solo resulta ética, sino también necesaria para garantizar una mejora sostenible en las dinámicas laborales” (p. 28).

El acoso, ya sea de índole moral, sexual, de género o discriminatorio, supone siempre un cúmulo de actos de agresión malintencionados. Marie-France Hirigoyen, una investigadora, lo define como todo comportamiento abusivo, repetitivo y sistemático que afecta la dignidad o integridad de una persona y que pone en riesgo su trabajo, al tiempo que contribuye a la degradación del ambiente laboral (op. cit., p. 32).

El ‘mobbing’, como también se conoce a este fenómeno, impacta negativamente la salud mental y física de sus víctimas, desencadenando ansiedad, estrés, depresión, problemas digestivos, insomnio, baja autoestima e irritación constante. 

De acuerdo con Piñuel y Zabala (2001), la hostilidad maquiavélicamente orquestada acaba con la confianza de la víctima en sí misma y en sus capacidades profesionales, acarreando la obliteración de su autoestima.

Como señalaba en el testimonio de inicio, la victimización persiste cuando las denuncias del afectado o afectada son minimizadas o ignoradas por quienes deberían de atenderlas: “Tú te lo buscaste”, “¿qué tienes en contra de tus compañeros?”, “¡no aguantas nada!””. Si bien es cierto que en ocasiones se llega a acusar por mero despecho, es menester llevar a cabo una investigación exhaustiva para deslindar responsabilidades y, en su caso, tomar las medidas correspondientes.

(Continuará la próxima semana)

Referencias bibliográficas: Trujillo Pons, F. (2025). “Acoso laboral: una guía jurídica a través de casos reales”. España: Colex. / Piñuel y Zabala, I. (2001). “Mobbing: cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo”. España: Sal Terrae.

Cuando el fracaso antecede al éxito: un caso de la vida real





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