Imagino a la confianza como un círculo dorado, fulgurante y resplandeciente, que desciende al umbral de toda relación humana para esparcir su luz en la honradez de carácter y en el entendimiento. Profundizando en el origen del término, la filósofa Victoria Camps señala que confianza viene de “confido”, que significa tener fe; en primer término, fe en la protección divina y, en términos propiamente humanos, en nuestros semejantes. “La base de la confianza –puntualiza la erudita hispana– es la fe, la fe en alguien, una persona o una institución que están ahí y de quienes se espera que ayuden o echen una mano cuando hace falta”.
En términos simples, la confianza es la expectativa de un desenlace positivo. En un sentido más amplio, se refiere a los lazos de solidaridad construidos entre los seres humanos para enfrentar de manera exitosa los retos que nos son comunes. En un libro alusivo al tema, Amy Lyman, cofundadora del Great Place to Work Institute, abunda al respecto: “La confianza es una conexión emocional y cerebral, caracterizada por la capacidad de suponer que alguien actuará en favor de nuestra salud y bienestar. Suele entrar en juego en momentos difíciles, cuando el estrés, la falta de comunicación o las acciones mal concebidas ponen a prueba los vínculos existentes entre los seres humanos” (mi traducción, p. 18). A decir de esta autora, las relaciones basadas en la confianza son fuente de regocijo, a la vez que crean una sensación de seguridad.
Stephen Covey, quien saltó a la fama por el libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, identifica en otra de sus obras 13 actitudes universales que permiten mejorar nuestra capacidad para generar confianza, tanto en nuestras relaciones personales como profesionales, y las plantea de esta manera: mostraremos RESPETO por las personas y su trabajo; demostraremos FRANQUEZA no queriendo maquillar nuestros fracasos; seremos TRANSPARENTES, abiertos y auténticos; si nos equivocamos, haremos todo lo posible por REPARAR LOS DAÑOS CAUSADOS; demostraremos LEALTAD al reconocer los méritos de los demás; solo haremos PROMESAS que podamos cumplir; APRENDEREMOS de nuestros errores; nos ENFRENTAREMOS a la realidad para resolver los problemas antes de que empeoren; definiremos nuestras EXPECTATIVAS y ajustaremos los objetivos para que sean realistas; asumiremos nuestras RESPONSABILIDADES; haremos el esfuerzo de ENTENDER el punto de vista de los otros; estableceremos COMPROMISOS realistas y los cumpliremos; finalmente, y con base en los puntos anteriores, construiremos CONFIANZA y crearemos sinergias.
Si bien los preceptos anteriores son altamente recomendables, debemos evitar caer en el exceso de confianza, razón por la cual Rosabeth Moss Kanter, profesora de la Harvard Business School, nos advierte sobre riesgos como los siguientes: cantar victoria antes de tiempo, pues la confianza se consigue paso a paso y disciplinadamente; la idea de que puedes hacerlo todo solo o sola, ya que apoyando a los demás será más fácil que estos te apoyen a ti; pide perdón por tus errores, pero no por quién eres o cómo eres, pues debes sentir orgullo por tus puntos fuertes; la confianza no se basa en pensar que todo acabará bien pase lo que pase, por lo que se requiere de una dosis de realismo.
(Continuará la siguiente semana).
Referencias bibliográficas: Camps, V. (2025). “La sociedad de la desconfianza”. Barcelona: Arpa. / “Confianza” (2021). Editado por Harvard Business Review. Barcelona: Reverté. / Lyman, A. (2011). “The trustworthy leader”. San Francisco: Jossey-Bass / Covey, S. (2007). “El factor confianza: el valor que lo cambia todo”. Barcelona: Paidós.
Nada te impide vivir a plenitud tu vida (parte cuarta y última)
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