El expresidente Andrés Manuel López Obrador solía decir constantemente: “¡Ánimo, lo mejor es lo peor que se va a poner!” y ¡cuánta razón tenía, porque cuando uno cree que las cosas no pueden empeorar en el país, resulta que sí!
Esto viene a colación, a propósito de la iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum para reformar la Ley de Amparo; a lo que debemos sumar la inquietante actitud que ha mostrado el nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz, porque tal parece que no tiene la experiencia que requiere tan importante cargo y que no entiende que la Corte es un tribunal constitucional, es decir, que le corresponde vigilar el cumplimiento del orden constitucional impuesto a los órganos de gobierno y hacer valer los derechos y libertades de las personas.
Los mecanismos que le permiten vigilar que las leyes y actos de autoridad sean apegados a la Constitución (medios de control de la constitucionalidad) son: el juicio de amparo, las controversias constitucionales, las acciones de inconstitucionalidad y las determinaciones de constitucionalidad sobre la materia de consultas populares.
Además, las argumentaciones de la Corte al resolver conflictos (actividad jurisprudencial) sirven de base a juzgados y tribunales del país, cuya aplicación es obligatoria.
Para ejercer su función, los nuevos ministros no necesitan de bastones de mando, ni de rituales de purificación o togas con bordados tradicionales; lo que requieren es conocimiento, capacidad, experiencia, eficiencia y probidad… lo demás es populismo; los ministros no se deben al pueblo, se deben a la Constitución.
A la Corte no le corresponde crear un Plan Nacional de Justicia que modifique el diseño y el procedimiento de lo que hoy tiene el Poder Judicial de la Federación, como propuso Aguilar Ortiz el pasado 12 de septiembre a las personas juzgadoras y a la sociedad, durante la clausura del Curso de Especialización de Personas Juzgadoras Electas; sus funciones son las enumeradas arriba. ¿Qué los problemas de justicia que afronta la sociedad son muchos? ¡Bienvenido a la realidad sea el señor ministro!; ¿qué los problemas derivados de la reforma judicial “no los pueden resolver solos, sino en conjunto con las comunidades”? ¡Bienvenido a la realidad sea el señor ministro, los especialistas lo advirtieron una y otra vez!; ¿que las personas juzgadoras y la sociedad están llamadas a encabezar “una nueva perspectiva, a inyectar nuevos ánimos, a generar nueva sinergia y a construir el México que soñamos”? ¡No, el señor ministro se equivoca, él y sus ocho compañeras y compañeros fueron llamados a ser guardianes de la Constitución y en esa medida, la sociedad tendrá el país con el que ha soñado!
¿Qué el señor ministro presidente de la Corte considera que la actuación del gobierno federal y del gobierno de la Ciudad de México, tras la explosión de una pipa de gas LP en el Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa, fue la adecuada? ¡El señor ministro se equivoca, él no puede emitir pronunciamientos ni debe prejuzgar sobre la actuación de las autoridades; debe ser imparcial e independiente, sobre todo porque una controversia sobre el tema pudiera llegar al pleno! …
Y de los ministros que votan a favor de los proyectos porque “la verdad, les parecen muy lindos”, así como de los juzgadores que han estado renunciando a los cargos porque a los tres días de ejercer el cargo les cayó el veinte de que se sacaron “la rifa de tigre”, mejor ni hablamos.
Pero si a este triste panorama agregamos la iniciativa pro autoridades de Sheinbaum que, según los expertos, prácticamente mata al juicio de amparo, una cosa queda clara: ¡No es cierto que el centro de las acciones de la 4T sean el pueblo, el centro es Morena y mantener el poder!
… Así que, efectivamente: ¡Ánimo, lo mejor es lo peor que se va a poner!
¿Listo para celebrar?
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