El verano y las albercas podrían ser la combinación perfecta para aumentar el riesgo de padecer criptosporidiosis, que provoca enfermedades gastrointestinales
Pese a que el cloro es un desinfectante muy eficaz para el agua de las albercas y de los parques acuáticos, algunos microorganismos causantes de enfermedades son particularmente resistentes a su acción, lo que puede suponer un riesgo para la salud.
Entre ellos destaca Cryptosporidium, un protozoo intestinal causante de diarrea acuosa que suele dar algún que otro disgusto en los meses de verano. Este microorganismo ubicuo parasita a los animales domésticos y salvajes, pero también a los seres humanos.
Es capaz de sobrevivir, durante días, en piscinas correctamente cloradas y es considerado uno de los principales responsables a nivel mundial de enfermedades gastrointestinales transmitidas por agua contaminada y alimentos.
La enfermedad suele coincidir con la intensificación de la actividad acuática en verano. Es decir, cuando aumenta el uso de instalaciones de agua recreativa, como albercas públicas y residenciales, jacuzzis, zonas de juegos acuáticos, parques acuáticos, etc.
En concreto, Cryptosporidium es la segunda causa principal de diarrea moderada a grave en niños menores de dos años y una causa importante de mortalidad en todo el mundo. Tanto el parásito como la enfermedad se denominan a menudo Crypto.
¿Qué es la criptosporidiosis?
El cuadro clínico general de la criptosporidiosis está caracterizado por una diarrea acuosa que puede ir acompañada de calambres abdominales, pérdida de apetito, febrícula, náuseas, vómitos y pérdida de peso.
La mayoría de las infecciones por Cryptosporidium desaparecen espontáneamente en huéspedes inmunocompetentes, pero pueden estar asociadas con síntomas crónicos, desnutrición y otras complicaciones en pacientes de alto riesgo. Aunque la enfermedad suele autolimitarse en individuos con sistemas inmunitarios sanos, puede ser mucho más grave, prolongada e incluso potencialmente mortal en personas inmunocomprometidas.
Las poblaciones con mayor riesgo de enfermedad grave o mayor susceptibilidad a la infección incluyen niños pequeños, especialmente los de 0 a 4 años. Su transmisión se amplifica a través de actividades acuáticas recreativas.
El mecanismo de transmisión es fecal-oral, incluyendo la transmisión de persona a persona, de un animal a una persona y la transmisión de origen hídrico y alimentario. El patógeno puede persistir en el medio ambiente como un ooquiste que contiene cuatro esporozoitos, que son la forma infecciosa del parásito. Tras la exposición, el período de incubación oscila entre dos y diez días, con una media de siete días.
Cryptosporidium hominis y Cryptosporidium parvum son los responsables de la mayoría de los casos de criptosporidiasis en seres humanos.
Medidas de prevención
Para prevenir brotes de criptosporidiosis en actividades acuáticas es crucial comunicar y mantener una cierta vigilancia entorno a los hábitos correctos de higiene personal que deben mantener los bañistas.
Se recomienda ducharse antes de entrar en la alberca, no tragar agua de la misma (que puede estar contaminada con ooquistes) y lavarse las manos después de ir al baño o cambiar pañales son algunas medidas reductoras del riesgo.
Además, para prevenir la contaminación del agua es clave informar al público sobre la importancia de no nadar si tienen diarrea o han sido diagnosticados recientemente con criptosporidiosis. En general una persona con diarrea no debe visitar zonas de recreación acuática y debe extremar las medidas de higiene personal hasta 48 horas después de la desaparición de la diarrea.
En los casos de criptosporidiosis, debido a que los ooquistes pueden excretarse una vez finalizada la diarrea, se recomienda evitar bañarse en piscinas durante las dos semanas siguientes al cese de los síntomas.
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