Aunque la socialización contribuye al bienestar emocional y cognitivo, puede volverse agotadora cuando supera la capacidad habitual de energía social de una persona
Sentirse exhausto después de varias horas de interacción social puede resultar una experiencia común, aunque poco reconocida, que afecta a muchas personas en su día a día. Acciones tan simples y comunes como las reuniones familiares, salidas con amigos o actividades laborales pueden derivar en una pérdida de energía que lleva a buscar aislamiento o silencio.
Un reciente estudio citado por la revista especializada “Self”, basado en una encuesta de la aplicación Hinge a más de 10 mil participantes, reveló que el 38 por ciento de los encuestados experimenta agotamiento social, lo cual manifiestan como pérdida de energía o sobrestimulación, después de solo dos o tres horas de convivencia. Este fenómeno, identificado como el “punto óptimo social”, sugiere que la duración de la llamada “batería social” varía según cada individuo.
La mayoría de los adultos encuestados consideró que entre dos y tres horas bastan para disfrutar de actividades con familiares o amigos, que es el tiempo necesario para ver una película, compartir una comida o salir de compras, sin llegar a sentirse agobiados por la compañía.
“La mayoría de mis clientes son adultos con agendas ajustadas, cónyuges e hijos, así que dos o tres horas parecen suficientes para satisfacer sus necesidades sociales sin sentirse abrumados”, explicó a “Self” la terapeuta de parejas Nari Jeter, radicada en Florida.
La duración de la “batería social”
Los especialistas coinciden en que la tolerancia al contacto social depende de múltiples variables: la personalidad, el tipo de relación, la edad, la actividad que realizan y el estilo de vida. Según Jeter, incluso entre familiares o amigos cercanos es normal sentir aburrimiento o irritabilidad en ciertos casos, después de pasar un tiempo juntos.
“El agotamiento o las ganas de irse no reflejan necesariamente la fortaleza de la relación, sino las necesidades, preferencias y límites individuales”, puntualizó la experta.
Un estudio publicado en “Personality and Social Psychology Bulletin” respalda esta idea al señalar que la socialización, aunque tiene múltiples beneficios para la salud emocional y cognitiva, puede resultar fatigante o abrumadora si excede los niveles personales de energía social. El esfuerzo mental que implica interactuar depende tanto del contexto de la socialización como de las diferencias individuales, generando cansancio psicológico cuando se sobrepasan los propios límites.
Además, investigaciones difundidas en “Academy of management proceedings” advierten que mantener múltiples vínculos y roles sociales exigentes puede aumentar el riesgo de fatiga emocional, sobre todo si no se destinan momentos para la recuperación personal.
Laurie Helgoe, doctora en psicología y profesora asociada en la Universidad de Augsburgo, añadió que los introvertidos tienden a experimentar el agotamiento social antes, especialmente cuando interactúan con personas nuevas.
“Socializar con alguien desconocido demanda más energía para un introvertido”, explicó, y recomendó realizar pausas regulares para evitar el desgaste.
La edad y el estilo de vida también inciden. Según Jeter, los jóvenes o quienes tienen menos responsabilidades familiares suelen tolerar periodos más largos de socialización, al no cargar con presiones externas.
¿Cómo detectar el límite social y evitar el cansancio extremo?
Reconocer las señales tempranas del agotamiento social puede prevenir el malestar. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la irritabilidad repentina, la impaciencia, el retraimiento o la desconexión mental, manifestada en la falta de atención o el deseo de estar en otro lugar.
Para quienes buscan ampliar su tolerancia o manejar el cansancio cuando no es posible retirarse, los expertos sugieren estrategias simples. Helgoe recomienda cambiar de ambiente, salir a tomar aire o variar de interlocutor para recargar energías.
Por su parte, Jeter aconseja adoptar el rol de “participante pasivo”: escuchar más, hacer preguntas, mantener contacto visual y participar con gestos básicos como reír.
“Estas estrategias demuestran que estás presente, pero no requieren tanta energía como ser un participante activo”, dijo la terapeuta.
Equilibrio y autoconocimiento
Tanto los expertos como los estudios coinciden en que reconocer y respetar el propio límite social es clave para conservar el bienestar emocional y mantener relaciones saludables. Saber cuándo hacer una pausa no solo previene el agotamiento, sino que también mejora la calidad de los vínculos y el equilibrio personal.
Para tomar en cuenta
Disfrutar de una película junto a otros puede ser una manera reconfortante de conectar sin agotar la batería emocional, pues permite compartir presencia sin la presión de mantener una charla ininterrumpida.
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