El 19 de octubre se estableció como el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, con el objetivo de concientizar a la población acerca de la importancia de un diagnóstico y tratamiento oportuno
Un diagnóstico de cáncer es fuerte e inesperado, al escucharlo se derrumba todo y se piensa generalmente en la muerte, pero esta enfermedad también tiene una gran esperanza de vida si es detectada a tiempo.
En el mes de la concientización sobre el cáncer de mama, tres sobrevivientes de esta enfermedad comparten su historia con el poderoso mensaje de vencer el miedo, revisarse a través de la autoexploración y acudir al médico ante cualquier anomalía. Sobre todo, porque el cáncer de mama se ha vuelto una enfermedad compleja que se presenta cada vez más en mujeres más jóvenes, como en el caso de Valery Rangel, quien recibió su diagnóstico a los 23 años.
“Yo empecé en julio del año pasado cuando fui a una ginecóloga porque me salió una bolita en un seno, voy con la doctora, me opera, lo manda a analizar y resultó que era benigno, pero en diciembre vuelve a salir, me mandan a hacer un ultrasonido, lo llevo con un oncólogo y me dicen que tenía cáncer. (…) Lo primero que se me vino a la mente fue: ‘me voy a morir’, porque mi cáncer estaba en una etapa 3, era ya avanzado y yo decía: ‘no quiero dejar a mis papás’; fue un gran impacto en mi vida porque yo estaba bien, trabajaba, estudiaba y de repente todo mi mundo se me vino abajo, hoy estoy bien, estoy sana y ya salí de esto”.
Jacqueline Hernández, quien se desempeña ahora como voluntaria de Mujeres Unidas Contra el Cáncer de Mama A.C. (MUCCAM), también recibió la noticia de que tenía cáncer joven, a los 35 años, y hoy puede decir que ve al cáncer también como una esperanza de vida.
“Me lo detectaron hace 11 años, me detecté una bolita en el seno, acudí al doctor y fue cuando me dijeron que era cáncer. En mi caso, me quitaron el seno para suprimir el tumor, después fueron quimios y luego radioterapias, un proceso de siete u ocho meses y después de dos años me hicieron la reconstrucción. (…) A mí me gusta hablar del cáncer como una esperanza de vida porque gracias a la detección oportuna no siempre es muerte, el cáncer también trae cosas bonitas a la vida como esa red de apoyo que vamos generando en este camino y muchas personas se suman al proceso de manera desinteresada, ángeles que llegan a ofrecerte su tiempo y sus recursos, porque es una enfermedad que te deja con los bolsillos vacíos, así tengas un seguro, como en mi caso, porque te das cuenta que 2 millones de pesos no te sirven absolutamente de nada”.
Por su parte, Laura Pérez, quien también es voluntaria de MUCCAM, hizo un llamado a todas las mujeres a que dejen el miedo a un lado y se realicen estudios frecuentemente, pues ante un diagnóstico de cáncer de mama, hoy hay mucho apoyo para que una paciente se convierta en sobreviviente.

“Yo tengo 10 años que fui diagnosticada y desde el momento en que fui diagnosticada MUCCAM nunca me soltó, por eso estoy como voluntaria apoyando a otras mujeres; mi cáncer es hereditario, mi mamá tuvo cáncer y dos de mis hermanas también, y cuando se enfermó mi mamá aquí en Querétaro no había para hacer mastografías ni prótesis. Hoy hay atención, información, asociaciones que ayudan, hoy si una mujer muere de cáncer de mama es porque se dejó y yo les digo que: ‘dejen el miedo al lado y se hagan la mastografía y vayan por los resultados’ porque hay muchas mujeres que no regresan por los estudios y hay otras que, aunque los recogen, no los llevan con un oncólogo.
La mastografía no es para guardarla en el buró, sino para que la revise un oncólogo”. Para las tres, el motor que las empujó a salir adelante fue su familia, quienes se volvieron sus cuidadores, una parte fundamental en el proceso.
“Al recibir el diagnóstico mis hijas tenían tres y 13 años, y fue un cambio total de vida, el ver a su mamá un día bien y al siguiente no tanto; entonces esa red de apoyo: familia, amigos, es lo que te fortalece y hace que cuando estás en una quimio digas: ‘voy a salir adelante y voy a vivir’”, compartió Jacqueline.
Para Valery no fue tan diferente, pues su familia siempre estuvo apoyándola, no solo con cuidados, sino con recursos.
“Mi mamá, mi papá, mis sobrinitos, mis tíos, hermanos de mi mamá, todos apoyando en quimioterapias, porque desgraciadamente yo no pude estar en el hospital general, y cada quien ponía mil pesos para las quimioterapias y ese fue un gran apoyo para mí, para poder salir adelante, para no dejarme vencer y luchar hasta donde yo más pudiera”.
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