La semana pasada, la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, refirió en redes sociales, con base en la encuesta de Demoscopía Digital del mes de octubre, que en la elección en el 2027, Morena arrasaría en 15 de los 17 estados que elegirán gobernador (a) y perdería en dos: Querétaro y Aguascalientes.
Si bien las encuestas son una mera fotografía del momento, cabría preguntarse el porqué las y los queretanos votarían por mantener las políticas públicas de un gobierno conservador emanado del PAN, al cual podrían hacérsele, sí, un sinnúmero de cuestionamientos.
La respuesta podría darse desde distintos enfoques, sin embargo, recurramos a indicativos medibles -ajenos a visiones partidistas- que hablan por sí solos y que echarían por tierra descalificaciones constantes por parte de agoreros locales de Morena que dan por hecho una derrota del blanquiazul.
De acuerdo con el informe “Violencia y pacificación a nivel local” difundido la semana pasada por la organización México Evalúa, 17 estados del país arrojan cifras y tendencias preocupantes sobre la violencia letal, entendida esta como la suma de homicidios dolosos, homicidios culposos, feminicidios, otros delitos contra la vida y desapariciones.
Según el organismo, además, existen fenómenos de violencia oculta y subregistro. Las cifras oficiales no son fidedignas del todo y el número de homicidios dolosos no es confiable porque las policías y las fiscalías no cuentan con las herramientas técnicas y las capacidades institucionales para llevar a cabo un cálculo exhaustivo, aunado a que en el entorno político hay una falta de transparencia que impacta la calidad de los datos oficiales. Refiere asimismo la desaparición de personas por parte de grupos criminales para encubrir la violencia letal y digamos “maquillar” las estadísticas.
“De 2018 a 2025 (enero-septiembre), las víctimas de homicidio doloso registran una reducción del 27.2% a nivel nacional. Sin embargo, en el mismo periodo, las víctimas de otros delitos contra la vida y la integridad corporal incrementaron a nivel local: 118.2% y las personas desaparecidas y no localizadas, 112.9%”, expone.
En este contexto, Querétaro aparece entre los estados con balances positivos, debido a una tasa baja de violencia letal con acciones encaminadas al debilitamiento de las organizaciones delictivas, mediante decomisos, detenciones y aseguramientos, aunado al fortalecimiento institucional.
“Destacan Yucatán, Querétaro y Nuevo León, donde la profesionalización policial, los incentivos laborales y los esquemas de coordinación intergubernamental parecen haber contribuido a una mayor estabilidad. A diferencia del noroeste, en estas entidades la violencia letal no se asocia con disputas territoriales de gran escala, sino con conflictos interpersonales o del ámbito local, lo que sugiere una relación positiva entre capacidad institucional y control del conflicto criminal”, sostiene.
En otros estudios, México Evalúa ha posicionado desde hace varios años a Querétaro en el primer lugar de los rankings de evaluación del sistema penal, por lo que considera que la entidad es un referente nacional en la implementación del sistema de justicia penal acusatorio.
En otros análisis (“¡A romper barreras! Cómo detonar la inversión en México. Caso Querétaro”) asevera que, si bien enfrenta desafíos regulatorios que deben ser atendidos para impulsar más su potencial- la entidad se ha consolidado como uno de los principales polos de desarrollo industrial del país, debido a una combinación de estabilidad económica, infraestructura logística moderna y un entorno propicio para los negocios.
Incluso, en su participación en el foro “Perspectivas Económicas 2026”, como parte del AfterWork Europeo, César Gutiérrez Sánchez, coordinador del Corredor Económico del Bienestar del Bajío, resaltó hace unos días el papel estratégico del estado de Querétaro en la articulación de cadenas productivas.
El funcionario federal valoró también la atracción de inversiones sostenibles que impulsan el desarrollo regional.
Así las cosas, el panorama hasta aquí descrito genera cierta certidumbre a la sociedad en general, aunque el partido gobernante tampoco puede echar las campanas al vuelo.
Algo se ha hecho bien aquí y eso no puede negarse, menos aún cuando en el país lo que se percibe es violencia, sangre y muerte, desorden, desdén generalizado hacia el Estado de Derecho, bloqueos -como el de los productores agrícolas- por demandas del ámbito federal no atendidas y promesas incumplidas y un preocupante debilitamiento de las instituciones… el homicidio este fin de semana del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, es solo un desgarrador ejemplo de todo esto.
Por ello, y partiendo de la frase de López Obrador “Lo mejor es lo peor que se va a poner”, aferrarse a lo que aún podemos disfrutar hoy en la entidad, no suena descabellado; eso sí: ¡Vaya cometido el que tienen quienes la gobiernan, porque pesa sobre sus hombros la responsabilidad de “atorarle a las manganas” y si no lo hacen pues como dice la letra de El Queretano: ”Pa los traidores, el Cerro de las Campanas”.
Las filtraciones
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