
El presidente del Coepsique aseguró que el duelo es un estado natural de la vida y aceptar el fallecimiento de un ser querido no es nada fácil; por eso, en una situación excepcional como la de la pandemia existen factores que convierten a la muerte en un acontecimiento aún más trágico

“No hay día que no me sienta culpable de que yo la contagié”
Cada persona vive el duelo de manera diferente, hay quienes no dejan de llorar y sentir la ausencia del ser querido, hay otras personas que en el proceso no lloran, ni externan ningún sentimiento; sin embargo, hay a quienes “les pega” mucho más, porque no pudieron verlas, despedirse de ellas y pedirles perdón. Este es el caso de Luis Carlos, quien, a tres meses de que su madre falleció, no ha podido sanar o al menos estar tranquilo, pues tiene el sentimiento de culpa de que su madre, de 70 años, murió de COVID-19 tras haberla contagiado él. “Yo no sabía que tenía COVID-19, no lo sabía porque no presenté ningún síntoma, pero si lo hubiera sabido, no hubiera ido a visitarla a su casa, solo que ahora la extraño y sé que nunca me escuchará ni me perdonará”. Explicó que desde marzo que inició la contingencia sanitaria, sus hermanos decidieron que solo uno de ellos se haría cargo de su madre y los demás le proveerían de alimentos y todo lo necesario para que su madre no tuviera que salir de casa y exponerse al virus. “Hacíamos con frecuencia videollamadas, hablábamos por teléfono e incluso el Día de las Madres hizo un enlace a través de Zoom, en el que sus cuatro hijos y sus familias la felicitamos y le cantamos ‘Las Mañanitas’”. Todo iba bien, relató Luis Carlos; sin embargo, hace tres meses y medio decidió ir a visitarla creyendo que lo hacía con todas las medidas de sanidad, pues traía cubrebocas, usaba constantemente gel antibacterial y desinfectaba los espacios a los que iba. “No me contuve: cuando la vi, la abracé y la llené de besos, pero esos besos después se convirtieron en enfermedad, sufrimiento y después en muerte (...) sé que fui yo quien la contagió, porque mi hermana, la que cuidaba a mi mamá, extremaba precauciones cada vez que recibía comida o la despensa, porque lavaba todo lo que recibía y durante todo el tiempo que ella la cuidó, mi mamá estuvo en perfectas condiciones”. Reconoció que unos días antes de ir a verla se reunió con unos amigos en su casa, donde cree que pudo haberse contagiado, pero como nunca presentó ningún síntoma, no supo que tenía COVID-19. “No hay día que no llore la ausencia de mi madre y no hay día en que no le pida perdón por esto, pero además mis hermanos me dejaron de hablar, porque también me echan la culpa de que mi mamá se murió”. Dijo que le ha costado mucho trabajo salir adelante, sobre todo porque tiene tanta vergüenza de lo que pasó que no se atreve a contárselo a nadie. “Si en verdad quieren a su familia, a sus papás, hermanos e hijos, cuídense; esto del COVID-19 no es un juego, realmente mata y te quita a las personas que más amas”.¿Cómo decir adiós en tiempos de COVID-19?
De acuerdo con el “Manual de duelo en tiempos de COVID-19. Un punto de vista tanatológico” (Iracema Sierra Ayala y Raúl Gutiérrez Herrera, GEMEFOT), los rituales de despedida son un acto simbólico en el cual una persona puede apoyarse para expresar los sentimientos o emociones que pueden resultar del dolor que está viviendo, y representan alternativas que pueden vivirse de forma individual o compartida, para ayudar en la construcción del proceso de duelo.Querétaro registra 37 mil 517 casos y 2 mil 533 muertes por COVID-19
Comparte esta nota: