Poseedor de una creatividad sin límites, Kike Vázquez ha dedicado su carrera profesional a hacer reír y, desde los escenarios de todo México, también utiliza su fama para sensibilizar a los espectadores sobre el tema de la discapacidad y la diversidad funcional
Con una personalidad muy relajada, divertida y cercana al público, el ‘standupero’ Kike Vázquez ha ido ganándose un lugar en la industria del entretenimiento, dando cátedra con su peculiar forma de hacer comedia.
Psicólogo de profesión, con parálisis cerebral y con una creatividad enorme para arrancar carcajadas hasta al más serio de los espectadores, el también activista ha dedicado su talento a dar conferencias y talleres de sensibilización hacia la discapacidad.
En una charla llena de risas y ocurrencias, el comediante compartió un poco más sobre su vida, su camino dentro del ‘stand up’ y la experiencia de ser parte de la serie “Ojitos de Huevo”.
¿Cómo decides dedicarte al ‘stand up’?
Fue por accidente. Yo no tenía pensado meterme a la comedia y tampoco me considero así que tú digas que soy una persona muy chistosa; yo veía a comediantes haciendo ‘stand up comedy’ y desde la preparatoria me subía a los concursos de oratoria, a la gente le daba risa lo que yo decía, pero yo no entendía muy bien por qué. El tiempo me puso en frente de un taller de ‘stand up’, tomé las clases y de ahí se me hizo vicio. La verdad es que ver a gente riéndose de algo que se te ocurrió es un vicio muy extraño, una sensación muy placentera. Entré para resolverme una duda y terminó siendo un camino de vida.
¿Recuerdas algún comediante de los que veías que haya influido tu camino a la comedia?
Sí, claro, Roberto Flores, Gloria Rodríguez, Héctor García, Alexis de Anda, Sofía Niño de Rivera, Gus Proal (que a la fecha es un gran amigo con el que todavía trabajo mucho), Carlos Escalante, Frank Hevia, Héctor Suárez Gomís... Puedo decir que he tenido la suerte y la fortuna de compartir con la mayoría de los que en ese entonces me animaron a investigar sobre este tipo de comedia.
Vamos un poco más atrás en tu historia, ¿cómo recuerdas tu infancia?
Chida, fue muy padre; nací y crecí en la Ciudad de México, siempre viví rodeado de gente muy amable, muy comprensiva, mis papás siempre me apoyaron en todo lo que quise hacer, mi familia siempre ha estado a mi lado, sigo teniendo amigos de esas épocas, entonces, la recuerdo como algo muy chido.
¿A qué querías dedicarte cuando eras pequeño? Y ahora que ya tienes una carrera arriba de los escenarios haciendo comedia, ¿qué le dirías a ese niño?
Le diría que es un pedo ser astronauta, que lo olvide rápido; que olvide rápido ser bombero y que no olvide la música, que la música ha sido algo que desde niño me interesa mucho y me sigue interesando, y que la vida se va a poner todavía más interesante, que no tenga miedo.
¿Podemos saber un poco sobre tu familia?, ¿tienes hermanos?
Tengo una hermana, ella solo es fea, ella no tiene discapacidad (ríe); mi hermana y mi papá viven en la Ciudad de México, vivimos cerca del centro de la Ciudad de México, nací y crecí allá y ha sido muy lindo. Creo que la persona que soy ahora no sería comprensible sin mi familia, sin el aporte que me dio mi familia.
Cuando empezaste en la comedia, ¿la discapacidad fue una limitante o un detonante?
No fue distinto, creo que la experiencia fue muy parecida a la que vive cualquier comediante entrando al gremio, porque en ese entonces era ganarte el respeto y ganarte el escenario a base de “chistazos”, y en realidad el escenario de la comedia ha sido el espacio más incluyente en el que me ha tocado estar, porque no se trata de quién eres o cómo te ves, se trata de si haces reír o no, y obviamente, como en todos los gremios, hay gente chida y hay gente fea, pero creo que el gremio del ‘stand up’ siempre me trató muy bien, nunca hubo distinción y fue un espacio de creación para mí, de poder decir lo que tenía ganas de decir. Tampoco se me pusieron limitantes sobre qué se vale y qué no se vale decir, tenía derecho a escribir mis ideas y, mientras fuera chistoso, adelante.
¿Qué significa la comedia para ti?
Un espacio de creación, un espacio de vida; es una forma de entenderme, de entender el mundo; es una actitud. Una vez que te dedicas a la comedia, no puedes no ver comedia en todos lados, pero también me ha ayudado a ser mesurado y a entender que para todo hay lugares, para todo hay espacios. Ha sido un espacio de entendimiento y de aprendizaje.
¿Cómo preparas tus ‘shows’?
Hay un trabajo previo fuerte, un trabajo previo grande porque hay que enfrentarse a la hoja en blanco y tener muy claro qué quieres decir y cómo quieres decirlo, y después de que tienes clara la idea que quieres transmitir, es entonces cuando pones los chistes al servicio de esas ideas.
La comedia ha ido cambiando mucho desde que yo empecé, han cambiado los ritmos, los estilos, ahora hay muchos estilos. Mi proceso creativo siempre va partiendo de qué es lo que quiero decir o de qué idea quiero dejarle al público y de ser totalmente honesto. La honestidad es el arma más poderosa que tienes en el escenario, entonces, yo procuro escribir sobre lo que pienso, sobre lo que vivo, sobre lo que siento, y lo comparto con mi público.
¿Cómo llegas a la serie de Netflix?
Entré al proyecto porque me buscaron, me dijeron: “Hay un ‘casting’ para hacer un personaje que es comediante y que tiene parálisis cerebral”, hice el ‘casting’ por Zoom, porque fue en época de pandemia y cuando vieron el ‘casting’, dijeron: “Creo que ya no hay que buscar, es este”. Me quedé y al final sí fue un antes y un después en mi carrera, porque el ‘stand up’ es un gremio hasta cierto punto pequeño y Netflix me abrió el panorama para compartir mi comedia con muchísimo público de diferentes países, de diferentes edades, y la verdad estoy muy agradecido con el proyecto de “Ojitos de Huevo”, que fue un escaparate para lo que ahora hago en los escenarios.
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