lunes, 16 de junio de 2025

Guerreras y chamanas, esencia del poderío femenino (parte 1)

Guerreras y chamanas, esencia del poderío femenino (parte 1)
En 1934 se descubrió un sepulcro de 9 mil años de antigüedad en la municipalidad de Bad Dürrenberg, en Alemania. Contenía un esqueleto rodeado de fastuosos artefactos religiosos, por lo que se especuló que podría tratarse de un prominente chamán del período mesolítico. Los nazis, a la sazón en el poder, sostuvieron que pertenecía a un hombre de la raza aria para presumir su supuesto linaje milenario. Pues bien, el tiro les salió por la culata: subsecuentes pruebas genéticas indicaron que los restos correspondían a una mujer, no blanca, sino de piel oscura, quien yacía con un pequeño a su lado. El arqueólogo Harald Mueller y el escritor Kai Michel, quienes narran la sorprendente historia en su libro “El acertijo del chamán” (“Das rätsel der schamanin”, 2022), estiman que la mujer en cuestión pudo haberse tratado de un venerado y poderoso integrante de su comunidad, tomando en cuenta que en tiempos prehistóricos el estatus de las mujeres no solo no era inferior al de los hombres, sino que también solían ser sepultadas con los máximos honores. Caso similar es el de la “Cazadora de Wilamaya Patjxa”, como se ha dado en llamar a un esqueleto femenino, también de 9 mil años de antigüedad, encontrado en los Andes peruanos, acompañado de una serie de artefactos de cacería (Gorman, 2020). A decir de Randy Hass, arqueólogo que participó en el descubrimiento, los restos pertenecían a una joven mujer que se dedicaba a la caza de ciervos y vicuñas. Dicho hallazgo hace patente que la cacería no era solo “cosa de hombres”, sino también de avezadas mujeres, entre los pobladores tempranos del continente americano. Otro personaje femenino de la prehistoria es la “Doncella de hielo”, una momia de hace 2 mil 500 años descubierta en las estepas siberianas. Su cuerpo se encontraba tan bien conservado en el sedimento congelado que era posible apreciar el tatuaje de un ciervo en su hombro. Su maquillaje de ojos, su colorida vestimenta de seda y su elegante tocado, decorado con figuras de felinos en color dorado, llevan a suponer que se trataba de una mujer de elevado estatus en su grupo social. Otro ejemplo que echa por tierra el mito de que las mujeres del pasado se circunscribían a las labores domésticas mientras los hombres salían “a comerse al mundo a pedazos”, es el caso de “La guerrera vikinga de Birka”, cuyo entierro incluía un hacha, una espada y un arco con flechas. A su lado yacían los restos de una yegua y un semental, posiblemente de su pertenencia. Si bien este hallazgo se remonta a 1880, durante más de un siglo se pensó erróneamente que los restos eran los de un hombre. La antropóloga Holly Norton (2017) exhibe el absurdo androcentrismo del caso: “Las inferencias sobre los roles de género no solo tornan invisibles a las mujeres en los registros arqueológicos, sino que menoscaban el entendimiento sobre las sociedades del pasado” (mi traducción). Como hemos podido constatar, la sociedad patriarcal, soberbia, excluyente y mezquina, ha relegado de manera sistemática el poderío femenino, pues es incapaz de reconocer el vital rol desempeñado por las mujeres en la historia del acontecer humano. Por ello, es de elemental justicia poner en el candelero su amplio cúmulo de méritos, tantas veces escatimado. (Continuará la semana entrante) Referencias bibliográficas: Four of the most incredible ancient female burials in archaeology (2023). “Butser Ancient Farm” (Gran Bretaña). / Gorman, J. (2020). La mujer cazadora que trastoca las creencias sobre los roles de género en la prehistoria. “The New York Times”, edición del 6 de noviembre. / Norton, H. (2017). How the female Viking warrior was written out of history. “The Guardian”, edición del 15 de septiembre.

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