lunes, 28 de julio de 2025

¡Urge regresar a “lo básico”!

¡Urge regresar a “lo básico”!

Ante la fuerza de las redes sociales y la posverdad, medios y profesionales de la comunicación han optado por mimetizar el ejercicio periodístico con el caos de las plataformas digitales, haciendo a un lado su razón de ser.

Hoy, el identificar los temas de trascendencia e interés público en el diseño de la agenda informativa, parece no tener importancia.

Hoy, la actividad periodística, a los ojos de los principios fundamentales del periodismo ético, deja mucho que desear y es un tema que debe ser abordado por los propios medios y los periodistas.

Urge un “mea culpa” que permita enmendar el camino, regresar y aferrarse a “lo básico”; eso representaría una verdadera contribución para salir del caos en el que la sociedad se encuentra inmersa.

 ¿Y qué diantres significa “lo básico”? Según la Red de Periodismo Ético (EJN, por sus siglas en inglés) estos principios elementales son:

Verdad y precisión: “Los periodistas no siempre pueden garantizar la verdad, pero obtener información precisa es el principio fundamental del periodismo. Debemos esforzarnos siempre por la precisión, proporcionar todos los datos relevantes que tenemos y asegurarnos de que hayan sido verificados. Si no podemos corroborar la información, debemos indicarlo”.

 Independencia: “Los periodistas deben ser voces independientes; no debemos actuar, formal ni informalmente, en nombre de intereses particulares, ya sean políticos, corporativos o culturales. Debemos declarar a nuestros editores, o a la audiencia, cualquier afiliación política, acuerdo financiero u otra información personal que pueda constituir un conflicto de intereses”.

 Justicia e imparcialidad: “La mayoría de las historias tienen al menos dos caras. Si bien no es obligatorio presentar todas las caras en cada artículo, las historias deben ser equilibradas y contextualizar. La objetividad no siempre es posible, ni siempre deseable (por ejemplo, ante la brutalidad o la inhumanidad), pero la información imparcial genera confianza”.

 Humanidad: “Los periodistas no deben causar daño. Lo que publicamos o transmitimos puede ser hiriente, pero debemos ser conscientes del impacto de nuestras palabras e imágenes en la vida de los demás”.

 Responsabilidad: “Una señal inequívoca de profesionalismo y periodismo responsable es la capacidad de asumir nuestra responsabilidad. Cuando cometemos errores, debemos corregirlos y nuestras expresiones de arrepentimiento deben ser sinceras, no cínicas. Escuchamos las preocupaciones de nuestra audiencia. Puede que no cambiemos lo que los lectores escriben o dicen, pero siempre ofrecemos soluciones cuando somos injustos”.

Dichos preceptos deben ser enmarcados necesariamente en el interés público (ojo, no confundir con la información que quiere el público) que obedece a una sencilla y a la vez compleja pregunta: ¿La sociedad en general se beneficia con la publicación?

La respuesta a la citada pregunta lleva a otro tema esencial: ¿La publicación violenta la privacidad?, ¿se justifica la intromisión en aras del interés del público?

Con base en lo aquí expuesto, valdría la pena analizar el meticuloso, escrupuloso y puntilloso seguimiento a la vida privada de la pareja que fue sorprendida por la “kiss cam” en el concierto de Coldplay.

Y por qué no cuestionar también el manejo en medios de la información sobre el lamentable caso en el que una mujer provocó un hecho de tránsito en Los Arcos de Querétaro, en el cual trágicamente perdió la vida una joven y otro resultó gravemente lesionado ¡y esto último es lo verdaderamente importante a destacar! ¿Es profesional referirse a Paola “N”, la “probable autora” (el término legal, aunque no agrade a muchos) como “La Mufasa”, “ebria mesera” y “acompañante de comensales en un bar”? ¿Debe ella ser juzgada por el ilícito que presuntamente cometió… o por su apodo o trabajo? 

“Cuando la emocionalidad impactante se impone a la comprensibilidad de los acontecimientos, y a sus causas y consecuencias, el periodismo abandona su principal función social. La tentación de conseguir una mayor audiencia con base en recursos emocionales hace sucumbir el valor informativo, frente a la eficacia del choque emocional”, sostienen Miquel Rodrigo-Alsina y Laerte Cerqueira (Periodismo, ética y posverdad. Cuadernos.info, (44), 225-239. https://doi.org/10.7764/cdi.44.1418).

También consideran que “Las redes sociales han irrumpido con gran fuerza en el mundo de la comunicación, pero su responsabilidad no es equiparable con la del periodismo” … por ello, la necesidad de regresar a “lo básico”.

¡Preocupante criterio!

 





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