La familia Becerra ha estado ligada a los colores de Gallos Blancos y su amor ha transcendido de abuelo a nieto
Este 2025, Gallos Blancos cumple 75 años desde su fundación, el 8 de julio de 1950. Querétaro es, posiblemente, uno de los equipos del futbol mexicano que más cambios ha sufrido a lo largo de su historia.
Su afición está muy acostumbrada, o mal acostumbrada, a los malos manejos de directivas, a los dueños de dudosa procedencia, a los resultados deportivos que poco tienen que ver con lo que se vive en la cancha, pero hay algo que se ha mantenido constante y que es de destacar: la identidad que Gallos ha sembrado en su gente.
La ilusión y pasión de sus seguidores ha trascendido generaciones, con un club que ha cambiado de nombre, escudo, color y dueño… y con ellos sus aficionados siempre defenderán el mismo nombre y su amor por el equipo será transmitido de generación en generación.
Historias de familia
La familia Becerra inició su historia con los Gallos Blancos gracias a Juan Manuel Becerra Bañuelos, jugador veterano de la época de los años 70, en aquel tiempo, un joven de 15 años que soñaba con jugar en aquel mítico estadio Municipal.
“Como todo niño, buscaba un acercamiento con la pelota, que es el deporte más barato”, señaló.
Juan Manuel fue testigo del cambio de nombres del equipo de sus amores: Campesinos de Querétaro, Estudiantes, Gallos Blancos, Industriales. Pero en esencia, la escuadra siempre fue el equipo queretano.
Una lesión lo dejó fuera de la cancha, pero le dio la resiliencia para seguir preparándose y seguir creciendo en el ámbito del futbol. Su amor por este deporte trascendió a su hijo, Jasiel Samuel Becerra Bautista, quien siguió sus pasos y portó la camiseta de los emplumados.
A los 14 años, Jasiel Samuel inició con el equipo de la UAQ y fue escalando con las diferentes divisiones y equipos queretanos que soñaban con ascender.
La Primera A, con aquel legendario cuadro compuesto por Margarito González, Marco Giménez y Mauro Gerk, era la aspiración de los jóvenes queretanos que jugaban en la desaparecida segunda división. Jasiel, jugando con un equipo en San Juan del Río, destacó al punto que el club recibió un reconocimiento por parte de la Federación Mexicana de Futbol.
A Jasiel le tocó vivir la incorporación de lo que hoy son las fuerzas básicas en los equipos profesionales, lo cual representa un impulso en la carrera deportiva de muchos jóvenes, pero, a su vez, significó la pérdida de apoyo para todos aquellos que jugaban en tercera o segunda división. Así, tuvo que retirarse a los 21 años, pues los cambios no lo favorecieron y debió dar por terminado su sueño de ser profesional.
“Salieron propuestas de irme a otros equipos, pero decidí no hacerlo, por la parte económica y todo lo que conllevaba, y a mi edad se veía complicado; pude haber seguido un par de años más, pero llegué a un punto donde decidí que hasta ahí era mi ciclo”, cuenta Jasiel.
El legado de la pelota
Pero una tercera generación de piel emplumada llegaría para la familia Becerra: Matías Becerra Solorio, hijo de Jasiel y nieto de Juan Manuel.
“Veía jugar a mi papá y me gustaba”, mencionó el futbolista de 12 años que hoy porta la camiseta de Gallos Blancos de Querétaro en uno de los equipos de fuerzas básicas.
A su corta edad, Matías ya fue cuatro veces campeón de goleo, fue convocado en un equipo nacional, viajó a España y enfrentó al Real Madrid de su categoría, compartiendo cancha con el hijo de Eden Hazar.
Matías admira a Messi, se persigna antes de entrar a la cancha y sueña con jugar en el Barcelona. Es joven, pero entiende la grandeza del compromiso que asumió con el deporte.
“A veces me da flojera hacer las tareas por lo cansado que estoy. De mi salón solamente yo soy el único que anda en alto rendimiento, a veces cuando hay fiestas de mis amigos o salidas al cine les digo que no puedo, porque tengo partido o entrenamiento. Mis amigos me piden que les dé prioridad, pero mi sueño es jugar futbol, a veces me pierdo todo eso, pero vale la pena”, puntualizó.

La unión de la pelota
Luego de su paso como futbolistas, Juan Manuel y Jasiel se han preparado y estudiado para enseñar a niños, que, como ellos y Matías, sueñan con ser profesionales de la pelota.
“Les digo mucho a los niños que no dejen de soñar, porque a los 10, 11 o 15 años puedes llegar a lograr cosas importantes. En mi caso, batallé, pero hice el esfuerzo por estar ahí, además del apoyo de la familia, las palabras de mi padre, siempre estuvieron ahí; eso fue muy importante”, externó Jasiel.
Los tiempos han cambiado, el deporte se ha profesionalizado, pero las bases son las mismas en el futbol desde hace más de 70 años.
“Sabemos que la vida del deportista es muy corta, siempre es importante aprovechar el tiempo y reforzar lo que es el deporte con el estudio, que tengan alguna carrera universitaria, ya que el deporte nos da lesiones que a lo mejor pueden frustrar los sueños del joven y hay que estar preparados para afrontar la vida. Es muy bonito el deporte, pero también es ingrato, por eso hay que estar preparados”, es lo que Juan Manuel le dice a sus pupilos.
Legado familiar
El abuelo sembró una semilla que su hijo y ahora su nieto cosechan con la esperanza de mantener esta unión a través de la pelota.
“No sé si Dios me preste vida para verlo en la Selección Mexicana, esperemos que sí. Para mí es muy gratificante y de gozo cuando lo veo jugar. No lo demuestro, pero sí me pongo nervioso, es el nervio normal de abuelo”, aseguró Juan Manuel.
“Yo le digo que voy a disfrutar como papá, no sé a dónde llegues o a dónde quieras llegar, pero vamos a estar ahí, cualquier cosa que necesites: los tachos, las espinilleras, hoy hasta el peinado es parte de todo. Nosotros te vamos a apoyar, pero te vamos a exigir con las tareas de ayudar en la casa, alimentarte bien, descansar… Tratamos de que no caiga en una zona de confort, poco a poco le hemos dado retos”, expresó Jasiel.
Matías contará su historia y su relación con Gallos Blancos tal vez de un modo muy diferente de como la cuentan ahora su papá y su abuelo, pero hoy agradece a su familia el esfuerzo por impulsar su sueño.
“Mi abuelo siempre me apoya y me dice los aspectos en los que debo mejorar, que siempre debo entrenar más, que nunca es suficiente; lo quiero mucho”.
Sobre su padre dice: “Gracias, porque él me entrenaba; le agradezco a mi familia porque me ha estado apoyando, me lleva a mis entrenamientos y me va a ver jugar”.
En este 75o. aniversario, la afición queretana le recuerda al Querétaro que primero fueron Gallos Blancos, que hay una tradición que cuidar y que sigue habiendo generaciones que sueñan con portar los colores azul y negro, sin importar quienes sean los dueños del balón.
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